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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Unos días después, los juntó y les fue preguntando a cada cual su nombre; todos respondieron, menos los de tu casta, que ni su nombre sabían. Dióle tal rabia a padre Adán, que cogiendo al desmemoriado por las orejas, se puso a gritar a la par que tiraba desaforadamente de ellas; te llamas borriicooo.
Pero Lita sabía por qué preguntaba eso. Lo preguntaba porque había oído decir a los sirvientes que los médicos no podían curar su enfermedad. Y ella esperaba que su madrina fuera una hada y la curase. ¿Qué hubiera sido de la Bella-Durmiente-en-el-Bosque sin su hada madrina?... La mamá de Lita, que era muy linda y bien vestida, diole un beso en la mejilla y salió a visitas y compras.
Durante la visita, que no fue breve, sentose Fortunata en el borde de una silla, como una paleta, algo atontada y no sabiendo qué decir para sostener la conversación con un hombre que se expresaba tan bien. Al despedirse, diole Juan Pablo un fuerte apretón de manos, diciéndole que asistiría a la boda. Luego fueron tía y sobrina a ver la casa matrimonial.
Dióle á Mercurio en la derecha mano Una satira antigua licenciosa, De estilo agudo, pero no mui sano. De una intricada y mal compuesta prosa, De un asunto, sin jugo y sin donaire, Quatro Novelas disparó PEDROSA. Silvando recio, y desgarrando el aire, Otro libro llegó de rimas solas Hechas al parecer como al desgaire.
Y con esto diole un criado para ayo que le gobernase la casa y tuviese cuenta del dinero del gasto, que nos daba remitido en cédulas para un hombre que se llamaba Julián Merluza.
Tenía el señor veinticuatro un natural violento, con facilidad montaba en cólera inusitada, razón por la que era llamado por el vulgo Barrabás: y así se explica que en cierta ocasión, como sorprendiera á un mozalbete haciendo desde la ventana de una casa frontera señas á doña Dorotea en punto en que ésta también estaba al balcón, cogió á su amante violentamente y allí mismo dióle una monumental paliza, á la vista del honrado marido, que mientras zurraban á su esposa le decía con mucha flema: «Amiga, ¿cuántas veces te dije que no te asomases á esa ventana; mira que el señor don Fernando ha de venir á saberlo y ha de costarte muy caro?» Y dirigiéndose al iracundo veinticuatro, le repetía: «Señor don Fernando, prometo á usted que tiene menos culpa Dorotea de lo que le han á usted encarecido.»
Con todas las voces de mi alma le he dicho a la Santísima Virgen que si devuelve la vista a mi primo, haré de ti una hermana: serás en mi casa lo mismo que soy yo, serás mi hermana. Diciendo esto la Virgen estrechó con amor entre sus brazos la cabeza de la Nela y diole un beso en la frente.
Todo ello servía para multiplicar los trabajos de Reyes, su responsabilidad y alarde de paciencia. Aquella resignación de su marido llegó a ser tan extremada, que a Emma acabó por parecerle cosa sobrenatural y diole mala espina.
Dióle Dios riqueza y poder, y cuna ilustre, y á mí me dió ingenio y dominio sobre los demás, y ojos que saben mirar, y oídos que sin escuchar oyen; somos, pues, uno solo. ¿Y qué me importa á mí de todo eso? dijo la Dorotea. Oíd, oíd, y esperad al fin.
Bueno iba aquello; mas al salir del sagrado recinto, diole un brinco el diablo en el cuerpo, y sin poderlo remediar tiró al compañero que marchaba delante en las ordenadas filas del pañal de la camisa, que impúdicamente le asomaba por debajo de la blusa.
Palabra del Dia
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