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Actualizado: 4 de junio de 2025
Al día siguiente, las dueñas y las doncellas del cuarto de la duquesa fueron despedidas por el mayordomo. Pero, ¿por qué se nos despide? dijo una doncella que había sido envuelta sin culpa en el naufragio universal. No lo sé, señoras mías dijo el mayordomo ; no sé más, sino que su excelencia acaba de decirme que despida á sus dueñas y á sus doncellas. Y el mayordomo decía la verdad.
Dice que le haces muchos desaires, que no contestas a sus cartas, que pisoteas los ramos que te regala... Dice que eres la ingratitud misma. Augusto murmuró Isidora gravemente, apartándose de la reja , es la hora de reglamento. Dispénsame que te despida. Estoy fatigada. Adiós. Vuelve mañana». Y se marchó como una reina, según dijo Miquis para sí, viéndola internarse en la cárcel.
¡Ah, mi Dios! replicó la pobre mujer, vertiendo lágrimas... pues bien, ¿qué es lo que queréis? decid, ¿qué exige?... ¿que despida al señor de Lerne, que no le vea más?... ¿que le sacrifique esta amistad, y cuantas pueda tener en adelante?
¡Ole por el padrino! gritaron los compadres con entusiasmo. Y entre el furioso palmoteo de todos la novia y el padrino chasquearon los palillos y empezaron á moverse acompasadamente uno frente á otro. La cantaora, con voz penetrante, cantó: «Á la señora novia sacadla á bailar, para que se despida de su mocedad.» ¡Bueno va! ¡Oblíguela usted, padrino! ¡Vivan las novias saladas!
Al volver una noche á su casa, encuentra un desconocido, oculto en la habitación de su esposa: es un antiguo amante de Leonor, á quien ésta creía muerto ya, y al verlo vivo, y, contra su esperanza, ante sus ojos, ha permitido que se despida de ella para siempre.
¿Quiere llamarlo, para que Yolanda se despida de él? Vuelvo a la sala del juego. Oye, suegro. Doce... diez y seis... veintisiete... treinta y uno... Suegro... ¡Treinta y tres!... ¿Qué quieres? Queríamos despedirnos... Buen viaje. Que sean felices. ¡Treinta y seis! ¿No quieres que Yolanda?...
Y él dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. 61 Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; mas déjame que me despida primero de los que están en mi casa. 62 Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano al arado mirare atrás, es hábil para el Reino de Dios.
Cuando vuelva a casa diré la verdad; y si la señora está viva para cuando yo llegue y no quiere creerme, que no me crea; y si se enfada, que se enfade; y si me despide, que me despida; y si me muero, que me muera». Aunque Nina no lo pensara y dijera, bien se comprenderá que el desasosiego y consternación de Doña Paca en aquella triste noche superaron a cuanto pudiera manifestar el narrador.
Discreta amiga mía repuso él con vehemencia . Usted me juzgue mal. ¿Impedirá usted que me despida de ella? Dos palabras nada más. ¿Saben que me voy esta noche? ¿Es de veras? Tan cierto como que nos alumbra el sol... ¡Pobrecita Asunción!... También ella se alegrará de verme... Vamos, no salgo de aquí sin decirle adiós... Francamente, milord indicó Amaranta . No creo en su partida.
¡Dios mío! señora dijo el jefe de negociado , si es una simple definición lo que usted pide, no tardaré en estar en la cama. Los licenciados de presidio son aquellos que ya han cumplido su condena. Permítame usted que le bese la manó y me despida. ¡Cómo! ¿Eso es todo? Absolutamente. Y tenga usted en cuenta que yo soy, en Francia, el hombre que mejor conoce a esas gentes.
Palabra del Dia
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