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Actualizado: 4 de junio de 2025
Y si no ponte con una cara que despida huéspedes, no hagas caso de nadie, no mires a nadie sino como a prójimo mientras no sientas amor, y el amor ni acudirá jamás a tu alma ni tú le infundirás jamás en otra alma humana. El coqueteo es, pues, un rito, un culto, una plegaria, una evocación del amor para que venga. Digo todo esto a fin de que te dejes de gazmoñerías y vayas siendo algo coqueta.
Y pues que á la instrucción moral se empeña, No traiga para ejemplos de la vida Lo que algún delirante enfermo sueña; Que ni la plebe es bien que se despida Después que te prestó grato silencio, Si no desesperada, desabrida. Fúndate en verosímiles acciones, No en la selva al delfín busquen las redes, Ni al jabalí en el piélago á los canes, Pues que en sus patrias oprimirlos puedes.
Aun me odiaría más si supiera que los días más dichosos de mi vida son los que he pasado lejos de ella al lado de mi Germana y si yo le dijese que mi corazón está lleno de amor hasta los bordes, como esas copas que una gota más haría desbordar. Déjeme que la despida con buenas palabras. ¿Por qué no he de ir a abrirle mi corazón y a mostrarle que ya no queda sitio para ella?
Habéis pasado miserias y trabajos durante muchos años, para poder pagar mis alimentos en las Descalzas Reales. Yo he sido una ingrata... No hablemos, no hablemos de eso; ya no tiene remedio. Sí que le tiene, y en eso estaba pensando. ¿En eso? Sí, en el remedio. Pienso despedirme del teatro. ¡Ah! Y dar ocasión al duque para que se despida de mí... ¡Ah! ¿Y con quién piensas quedarte?
Cuenta conmigo; yo cuento con el azar. Dicen que soy un hombre ligero; ¡tanto mejor! Así volveré a flote. La pobre mujer enjugó sus lágrimas y le dijo: ¡Bien, amigo mío! ¿Es que quieres trabajar? ¡Yo! ¡Ni por pienso! Esperaré la Fortuna; es una caprichosa y se ha portado siempre muy bien conmigo para que se despida así en redondo y para siempre.
Antes de ponérselo le arregló el pelo y le quitó las botinas bronceadas, sustituyéndolas con el zapato adecuado. No había abierto su boca la pálida doncellita hasta entonces, reflejando en el rostro cada vez más tristeza y preocupación. Al fin, hallándose arrodillada a los pies de su ama, levantó los ojos para decirla tímidamente: Señora, voy a rogarle una cosa ... que no despida a Cayetano.
10 Mas a los que están juntos en matrimonio, denuncio, no yo, sino el Señor; Que la mujer no se aparte del marido; 11 y si se apartare, que se quede sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no despida a su mujer. 12 Y a los demás yo digo, no el Señor: si algún hermano tiene mujer incrédula, y ella consiente para habitar con él, no la despida.
Ahora bien; vuecencia comprenderá que sobre mí carga la responsabilidad del envío á Segovia de don Francisco. No importa: si el duque de Lerma os hace cargo, decidle que habíais entendido la orden de llevarle á Segovia. Su excelencia tiene muy buena memoria. Y bien: todo puede reducirse á que os despida, y á que si ahora sois secretario de mi padre, lo seáis después mío. ¡Oh, noble condesa!
Palabra del Dia
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