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Actualizado: 21 de julio de 2025


El general y sus hijas se asoman a una de las ventanas de la comandancia; en la plaza, el subprefecto se pasea de un lado para el otro, agarrado al brazo del juez de paz. Media docena de chiquillos árabes medio desnudos juegan a las bochas en un rincón, gritando desaforadamente.

Calzaban alpargatas deshilachadas, o iban con los pies desnudos sobre los fríos baldosines. Vestían ropas remendadas y mugrientas. Algunos no tenían otro traje que la camisa y un pantalón de hombre sostenido por un tirante que les cruzaba el pecho. Llevaban rapadas las cabezas, mostrando muchos de ellos la extraña configuración de sus huesos craneanos.

Cuanto al vestir, los hombres andan totalmente desnudos; las mujeres traen una camiseta de algodón que llaman Tipoy, con mangas largas hasta el codo y lo demás del brazo desnudo; los caciques y los principales usan también de este vestido, aunque un poco más corto.

Cuatro marineros sacaban de la enfermería un cajón de madera blanca cepillada recientemente. Sus brazos desnudos lo sostenían con visible esfuerzo. El pobre Pachín menudo en vida y debilitado por la enfermedad, pesaba mucho en la muerte. A lo grueso del cajón había que añadir varios lingotes de hierro depositados por el carpintero junto a su cuerpo.

« no tienes sueño; ¿a que no lo tienes? le decía él . ¿A que te despabilo y te pongo como un lucero?». ¿A que no? ¿Cómo? Contándote toda la verdad de lo que te dijo Amalia, haciendo una confesión general para que veas que no soy tan malo como crees. ¡Ah!, ; ven, ven, hijito exclamó ella alargando sus brazos desnudos . Confiésame todo; pero con nobleza.

Si nos dejasen armar un corro en el patio, chicas, ¿eh? Pareció de perlas la ocurrencia, y salieron al patio de entrada, y de allí al magro campillo colindante, y perteneciente también a la Fábrica. Estaba el día sereno y apacible; el sol doraba las hierbas quemadas por la escarcha, y se colaba en tibios rayos oblicuos al través de los desnudos árboles.

Le bastaba con la vanidad de haber fabricado un riquísimo estuche para albergue de su pereza. El príncipe la encontró en un saloncito del piso bajo. Verdaderamente, le recibía con absoluta confianza. Iba vestida con una túnica negra de su invención, mezcla de peplo y de kimono. Los brazos se escapaban desnudos de esta seda floja, que parecía vivir apretándose sobre su cuerpo.

Luego entraron más siervos desnudos llevando á brazo nuevos objetos. Seis de ellos sostenían como un peso abrumador el libro de notas cuyas hojas había traducido Flimnap. Después otros atletas pasaron, rodando sobre el suelo, lo mismo que si fuesen toneles, varios discos de metal, grandes, chatos y exactamente redondos, encontrados en los bolsillos del gigante.

Un examen rápido sobre el vestido de él le reprodujo la pena. ¡Que el hijo de su marido estuviese con las carnecitas al aire, los pies casi desnudos...! Le pasó la mano por la cabeza rizosa, haciendo voto en su noble conciencia de querer al hijo de otra como si fuera suyo. El rapaz fijaba su atención de salvaje en los guantes de la señora.

Después de haber andado unos cincuenta pasos, me detuve, y me volví; ella no podía verme, yo estaba en completa obscuridad; pero yo la veía, que permanecía allí, inmóvil, con los hombros y los brazos desnudos bajo la lluvia, mirando hacia el lado por donde yo había partido. Quizá soy un loco al pensar que... Tal vez era sólo un sentimiento de compasión.

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