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Actualizado: 24 de julio de 2025


Resonaba un lejano estrépito, como si dos flotas enemigas se estuviesen cañoneando detrás de la cortina de bruma del horizonte, aproximándose con ésta. Las láminas de agua mansa, tersas como cristales entre los escollos y la costa, empezaron a temblar con las ondulaciones excéntricas de las gotas de lluvia. A pesar de esto, el solitario no se movió.

¡Qué bonita estaba Luciana y qué resplandeciente de vida, en la radiación oblicua del sol al esconderse detrás de la movible cortina de los bosques! Había como un nimbo de oro en torno de su frente. Los pájaros revoloteaban cantando su canción de la tarde, y poco a poco se iban desvaneciendo las impresiones siniestras que traíamos del campo Quemado.

El Gobernador, adelantándose á sus huéspedes, subió dos ó tres escalones, y abriendo una de las hojas de la gran ventana del vestíbulo, se encontró cerca de Perla. La sombra de la cortina ocultaba parcialmente á la madre. ¿Qué tenemos aquí? dijo el Gobernador mirando á la figurita color de escarlata que estaba delante de él.

Pepa, al tiempo de salir del brazo del banquero, dijo en alta voz volviéndose a los Presentes: Conste que no vamos en coche. Lo cual les hizo reir. Conste dijo el duque riendo que esto lo dice por adularme. Que se explique eso: no hemos comprendido ... gritó Cobo Ramírez. Pero ya el duque y Pepa habían desaparecido detrás de la cortina. Clementina aguardó sólo cinco minutos.

La violenta emoción que acababa de experimentar unida a la dicha que estas palabras evocaron en su pecho le trastornaron de tal modo, que se echó a llorar como un niño. Entonces ella le empujó hacia un rincón y se alzó vivamente, tapando con su gallarda figura el espacio que la cortina dejaba descubierto. Su rostro hechicero resplandecía de felicidad.

Desde muy lejos percibí el ruido de los cascabeles de los caballos, y vi acercarse encuadrada en la verde cortina que formaban los setos vivos, la silla de posta, blanca de polvo, que cruzó el jardín y se detuvo delante del portal. Lo primero que impresionó mis ojos fue el velo azul de Magdalena que flotaba detrás de la portezuela del carruaje. Bajó ligera y se abrazó a Oliverio.

Era una cálida mañana de verano. La sombra de los árboles de ramas extendidas como una inmensa cortina tamizaba los rayos del sol, la atmósfera tibia y húmeda tenía una dulzura penetrante, hundíanse los pies blandamente en el espeso musgo que algodonaba el suelo, y solamente los pajarillos ponían sus notas melancólicas y tiernas en el silencio de los bosques.

Una cortina de árboles corpulentos tapa el más cercano grupo de casas, y si algunas aldeas lejanas se ven de trecho en trecho, no son más que manchas del paisaje, trazos del gran cuadro. Ya no es el castellano el dueño y para nada le serviría dar á su morada una posición dominadora. Más le vale una soledad donde pueda gozar en paz de la naturaleza.

¿Ha estado alguna otra vez ese joven en la corte? No, señor. ¿Y entonces cómo conoce á doña Clara? Yo no lo , pero en palacio le conocen y mucho. Hablad, hablad. Yo creo, señor, y casi tengo pruebas, que doña Clara sólo es la cortina de ciertos amores. Explicáos. La reina... ¡Qué decís de la reina!... La reina ama á mi sobrino. Pasó algo siniestro por el semblante del fraile.

Y la mirada de la condesa, que continuamente pasaba de los ojos de Quevedo á un bello pórtico dorado y misterioso, á cuyo interior servía de telón una cortina de encajes... Quevedo tuvo necesidad de afirmarse, por decirlo así, en los estribos y acordarse de su porvenir; sobreponerlo en grandeza, en goces, en belleza, á aquel su bellísimo presente, para poder luchar con alguna esperanza de triunfo con la condesa.

Palabra del Dia

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