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Actualizado: 1 de julio de 2025


No intentó en el resto de la tarde ni durante la noche subir á la colina donde estaba el prisionero; pero fué en busca de los periodistas que le perseguían días antes con sus elogios y ahora le trataban con cierta protección compasiva, como si viesen en él otra vez á un pobre profesor algo maniático. Estos sujetos podían darle noticias del Hombre-Montaña.

Por ejemplo, en el primer acto de Los dos amantes del cielo, de Calderón, Chrysantho aparece al principio en el bosque sagrado de Diana; supónese en seguida que, desde él, entra en lo más espeso de la montaña, puesto que él mismo describe, sin salir del teatro ni un instante, las áridas rocas, á las cuales se acerca, no existiendo razones para presumir que la escena cambie, sino al contrario, para creer que los mismos árboles, y acaso la misma colina, á que se alude al principio en el bosque sagrado, sirven después para figurar el paraje más agreste de la montaña.

Una febril agitación reinaba en las calles barridas por el viento, y en las casas reinaba una profunda quietud. Cuando el chino hubo llegado a la cima de la cuesta, la colina de la Misión se ocultaba ya a su vista y la fresca brisa del mar le daba escalofrío. Descargose de su cesto para descansar.

Eran las bocas de las calles en pendiente, que se remontaban colina arriba, á través de los barrios griegos, mahometanos é israelitas, basta llegar á una meseta cubierta de altos edificios entre las agujas obscuras de los cipreses. La diversidad religiosa del Mediterráneo oriental erizaba á Salónica de cúpulas y torres.

Se hallaba separado de ésta por una colina y ofrece, con la villa de las minas, notable contraste. Riega sus terrenos un riachuelo y lo fecunda y lo convierte en ameno jardín, donde crecen en abundancia los lirios silvestres, el jazmín y el heliotropo y sobre todo las rosas de Alejandría, que han tomado allí carta de naturaleza como en ninguna otra región de España.

Minutos después olvidó su guerrera resurrección para señalar varias construcciones de un gris azulado que las hacía confundirse con la colina situada á sus espaldas. El castillo de Lewis.

Mira aquellos pastos, y las siembras de la colina, y el huerto inmediato á la iglesia. ¿Sabes que todo eso y mucho más se lo arrebataron á tu padre moribundo los insaciables frailes, á cambio de hacer de un santurrón inútil en su convento?

He notado sin embargo, algunas leguas mas abajo de Exaltacion, en medio de un bosque situado á poco trecho del rio, una pequeña colina aislada en el llano, á la que no pude acercarme; pero me aseguraron que se componia de piedra arenisca desmoronable, análoga tal vez á la piedra arenisca carbonífera.

El delirio de la fiebre empujaba al enfermo por extraños mundos, donde no persistía la más leve forma de realidad. Se veía otra vez en su torre solitaria. El sombrío cubo ya no era de piedra: estaba formado de cráneos, unidos como bloques, por una argamasa hecha de polvo de huesos. De huesos eran también la colina y los peñascos de la costa, y blancos esqueletos las líneas de espuma que coronaban las rompientes del mar. Todo cuanto abarcaba la vista, árboles y montes, buques e islas lejanas, estaba osificado, con una blancura deslumbradora de paisaje glacial. Cráneos con alas, parecidos a los querubines de los cuadros religiosos, revoloteaban en el espacio, lanzando por su mandíbula caída roncos himnos a la gran divinidad que lo llenaba todo con los bullones de su sudario y cuya cabeza de hueso se perdía en las nubes.

Las hayas y los robles crecían fuertes y sanos, elevando al espacio su frondoso ramaje. El herbaje era excelente y variadísimo, llenando el aire con sus aromas. Además un hermoso camino forestal seguía toda la cresta de la colina y descendía luego suavemente hacia Val-Clavin.

Palabra del Dia

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