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Actualizado: 1 de julio de 2025


En la pendiente de la colina, un campanario, ennegrecido por un incendio, eleva su torre ahumada entre algunas casuchas groseramente agrupadas en anfiteatro, y en los confines de la llanura se ven algunas alquerías con sus huertos y algunas quintas de recreo.

Una niebla espesa de la cual se destaca enorme torre cuadrada; la niebla se disipa, ya veo las murallas, la fortaleza toda, en una verde colina, con el río á sus pies, las olas del mar á distancia y una iglesia á tiro de ballesta de las almenas. Junto al río se alzan las tiendas de los sitiadores. ¡Los sitiadores! exclamaron á la vez el barón, Gualtero y Roger.

El hondero autor de aquella hazaña, viendo á Roger solo y exánime y juzgando por el aspecto y traje del joven que se trataba de un caballero inglés, comenzó á bajar precipitadamente de la colina donde se hallaba apostado con otros, ansioso de despojar á su víctima y sabedor de que los arqueros habían agotado todas sus flechas.

Iba a amanecer, y la indecisa luz de la madrugada alumbraba aquel cuadro de muerte, cuando de súbito se apareció en lo alto de una pequeña colina cercana un sacerdote, vestido de negro, que hacía señas y que se acercaba al grupo apresuradamente. Seguíanle este mismo señor alcalde, que entonces lo era también, y un gran grupo de vecinos.

Un pulpo que se agarró á la nave de Marco Antonio cambió la faz del mundo; una cruz en el Calvario y un justo clavado en ella, cambió la moral de media humanidad, y, sin embargo, antes de Cristo, ¡cuántos justos no han perecido inicuamente y cuántas cruces no se plantaron en aquella colina! La muerte del Justo santificó su obra é hizo su doctrina incontrovertible.

Desde la puerta de salida hasta el edificio había una ancha avenida, orlada de palmeras en suave declive. A entrambos lados se extendía un bosque inmenso de naranjos. El jardín de la casa estaba ya tallado en la colina. Para subir a aquella había tres escalinatas adornadas con macetas.

Dos veces se puso de manos, y se dejó caer hacia atrás, y dos veces el ágil Federico tuvo que recurrir a todo su ingenio y buena estrella para recobrar su asiento. Y una milla más adelante, al pie de una prolongada colina, estaba Rattlesnake-Creek. Federico sabía que allí le esperaba la prueba capital de su habilidad, si quería llegar al término de su jornada.

Los tejados de la catedral, negruzcos y vulgares, extendíanse a los pies de Gabriel. Enfrente, sobre una colina, alzábase el Alcázar, más alto y enorme que el templo, como si guardase el espíritu del emperador que lo construyó. César del catolicismo, campeón de la fe, pero que ansiaba tener la Iglesia a sus pies. La ciudad esparcía sus techumbres en torno de la catedral.

Su vehículo, al llegar á la mitad de la colina, donde estaban acampadas las tropas, fué detenido por un delegado gubernamental, que se negó á dejarle pasar. En vano dió su nombre. Le conozco, doctor dijo el funcionario ; pero el gigante está preso y nadie puede verlo sin una orden del gobierno. Soy el presidente del Comité encargado del Hombre-Montaña.

Un poco más allá de Villoria dejó la orilla del río y tomando un caminito de montaña, capaz sólo para las carretas del país, comenzó á subir la colina en dirección á Arbín. La cuesta era agria, pero no muy larga. Antes de un cuarto de hora tropezó con las tapias de la pomarada de su primo. Siguió pegado á ella algún tiempo y dió pronto con la casa que estaba en lo más alto.

Palabra del Dia

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