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Actualizado: 1 de noviembre de 2025
Antes de llegar á Bingen no es notable entre los objetos artificiales de las riberas, sino el castillo de Johannisberg, trepado sobre una alta colina y rodeado de su preciosa corte de viñedos, cuyo orígen se debe, según dicen, á la industria de dos frailes.
Hay que tener en cuenta que el Almirante estaba entonces a unas catorce leguas de la isla, y ésta es completamente baja, sin una colina. Imposible verla a una hora en que la Pinta, que iba navegando muy por delante, no había alcanzado todavía a distinguir tierra. La luz fue indudablemente la de la bitácora de la carabela de Pinzón, que avanzaba entre la nao del Almirante y la isla todavía lejana.
Tres veces quise volver sobre mis pasos para recoger la carta, pero cuando ya estuve decidida a hacerlo, el postillón estaba lejos. A mi vez, cuando ascendí la colina que conduce a la casa, me oculté entre las malezas y lloré amargamente. A partir de ese momento, fui presa de una agitación como nunca la he sentido en mi vida.
Las hojas amarillentas de los árboles, lavadas por la lluvia, brillan como monedas de oro; mil arroyuelos serpean vacilantes por la falda de la colina y van a depositar sus aguas en la llanura, que se dilata verde y mojada con suaves ondulaciones. Una franja más oscura señala el cauce del Lora, que se oculta misterioso bajo sus mimbreras y espesas filas de alisos.
Su corazón se oprimió con el presentimiento de que todo este aparato bélico era á causa de alguna otra inconveniencia cometida por el gigante. Sobre la cumbre de la colina flotaban varias máquinas voladoras. Otras iban aproximándose á toda fuerza de sus motores, viniendo de distintos puntos del horizonte.
Cien veces recorrí las márgenes del Pedregoso, y otras tantas ví, desde lo más alto de la colina del Escobillar, la puesta del sol.
Adiós, hija mía; alégrate, y piensa en Gaspar. Y sin esperar que le hiciera nuevas preguntas, cogió su palo y salió de la casilla, dirigiéndose hacia la colina de los Abedules, a la izquierda de la aldea. No había pasado un cuarto de hora cuando Hullin la había recorrido y llegaba al sendero de las Tres Fuentes, que rodea el Falkenstein, siguiendo un murillo de piedra en seco.
Los árboles, las montañas, los arroyos, el valle cubierto de su verde tapiz brillan indecisos bajo la tenue claridad del crepúsculo. El conde pone de nuevo su caballo al galope y desciende velozmente por el flanco de la colina que oculta a Lancia. El viento oprime sus sienes, zumba en sus oídos produciéndole una dulce embriaguez que disipa las negras nubes de su imaginación.
Ha llegado usted a su casa, señor parisiense me gritó de repente el conductor de la diligencia, y con la fusta apuntaba a mi verde colina, con el molino clavado en la cúspide como una mariposa gigantesca. Bajé del vehículo apresuradamente. De paso junto al amolador, intenté mirar más abajo de su gorro, hubiese querido verlo antes de marcharme.
El pueblo de Tintay, situado sobre una colina del Pachachaca, en la provincia de Aymaraes, era en 1613 cabeza de distrito de Colcabamba. Cerca de seis mil indios habitaban el pueblo, de cuya importancia bastará a dar idea el consignar que tenía cuatro iglesias.
Palabra del Dia
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