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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Los paseos dominicales cesaron cuando Elías tuvo ocupaciones y preocupaciones que le apartaban de su casa: entonces ella se limitó á oír misa muy de mañana en las monjas de Góngora, y en esta expedición lo acompañaba, una criada alcarreña llamada Pascuala, que Coletilla había tomado á su servicio.
Bien sabe usted á quien aludo dijo Claudio, dándole una palmada en el hombro con llaneza y confianza; pero como usted está tan orgulloso con ser novio de esa joven, se da usted ese tono. ¡Oh! no replicó el sobrino de Coletilla avergonzado. La verdad es que no sé quién es esa persona que usted dice.
Frecuentan este sitio personas que vienen á pagar con el oro del rey el frenesí oratorio que enloquece al pueblo. ¡Quién! ¡Quién! ¿Quién de nosotros continuó el orador no conoce al llamado Coletilla? Es un realista fanático, un malvado agente de la casa grande. ¿No le conocéis? Este hombre es una culebra que se desliza entre nosotros para corromper á los oradores jóvenes.
La carta de Coletilla fué recibida en los primeros días de Septiembre de 1821, en que ocurren los primeros acontecimientos que hemos referido. Poco después de la lamentable escena de la barbería y de la entrada del militar en la casa de Clara, ocurrió el viaje de Lázaro á Madrid. Clara no lo supo antes del día en que debía llegar.
Yo he sido un padre para ti, Clara; pero tú no has sabido apreciar mi protección continuó Coletilla con encono. Tú eres una ingrata, una mujer sin juicio; abusas de la libertad que te doy, abusas de mi alejamiento de la casa. Pero yo juro que te enmendarás. Es preciso que hoy mismo tome la determinación que había pensado. Si, hoy mismo. Ahora mismo.
La hija de la Chacona creció en casa de Coletilla, y fué mujer. Creció sin juegos, sin amables compañeras, sin alegrías, sin esas saludables y útiles expansiones que conducen felizmente de la niñez á la juventud. Elías no la trataba mal, pero tampoco era muy cariñoso son ella.
Clara se iba á vivir con aquellas misteriosas señoras, en cuya casa, según Coletilla decía, no habían penetrado las ideas del día. Hacía tiempo que él tenía este deseo para vivir más á sus anchas; pero nunca se hubiera atrevido á proponerlo á las tres venerables matronas, si éstas, con una generosidad que él no se cansaba de admirar, no se lo hubieran indicado.
Elías es un loco rematado, es realista; pero con un fanatismo que le llevará hasta el martirio. ¿Y quiere á esa joven? No sé: yo lo dudo. Coletilla no ama más que al Rey, mejor dicho, al Príncipe real. Pues bien: á ver como me introduces en esa madriguera. Es preciso entrar de ocultis dijo con la más maliciosa sonrisa el abate.
No sé en qué podemos nosotras haber faltado para que usted nos diga eso. Como está una en desgracia... murmuró Paz bajando la cara para que se creyera que devoraba una humillación. Pero, señoras dijo Coletilla con mucha seriedad, yo no he agraviado á ustedes; he disculpado á mi sobrino solamente....
El pueblo está pidiendo su destrucción, porque cree que es el mejor medio de conseguir la libertad. Cumplamos la voluntad del pueblo. Indescriptibles son el sarcasmo y la diabólica malicia con que Coletilla pronunciaba estas palabras. Ya comprenderá el lector la marcha que llevaban los planes de aquel viejo demonio del absolutismo.
Palabra del Dia
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