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Actualizado: 21 de junio de 2025


Ya comprendo. ¿Y esa puerta existe? ¡Pues no ha de existir! Yo la he visto, yo respondo de todo: me encargo de averiguar cuándo salen las arpías, de llevar la cartita y de facilitar el paso.... No es mala idea dijo el militar y, sobre todo, mala ó buena, yo la he de llevar á cabo. ¿Y qué haremos para que esa lechuza de Coletilla no nos estorbe? Coletilla no nos estorbará.

En los últimos años, Coletilla entraba, como hemos dicho, en el período álgido de su frenesí político; la cólera era su estado normal, y era cosa imposible que en su fanáticas obsesiones pudiera aquella alma irascible tener cariños y finezas para la pobre compañera que tanto las necesitaba.

Varias veces habían propuesto á Elías que se llevase á Clara á vivir con ellas, por la razón de que sola en su casa, la muchacha se había de contaminar necesariamente con las ideas del siglo. Coletilla no accedió al principio por respeto; pero al fin acogió la idea, y ya hemos visto como se preparó á realizarla.

Precisamente esta noche, Bozmediano, que se hallaba en casa de Álava, me ha dicho que tuvo noticia del complot pocas horas antes de haber sido intentado, por un sobrino del mismo Coletilla, joven que el infame quiso poner al servicio de sus viles propósitos. Pues es preciso premiar á ese joven dijo Fernando, empeñado cada vez más en disimular la agitación que le dominaba.

Estaba muy ensimismado; de vez en cuando hería el suelo con el pie, ocultando la cabeza entre las manos sin decir palabra. Coletilla, desde la puerta, esperó una mirada del Deseado; no la consiguió, y fuése, sintiendo, al par de su concentrada rabia, dolorosa impresión de agravios y desconsuelo que le ponía en el corazón un dolor inaudito. #Virgo potens#.

Pues bien dijo Coletilla: yo estoy seguro, segurísimo de que esos que he nombrado, y además Valdés, Álava, García Herreros, el poeta Quintana, el consejero de Estado Bozmediano y otros, se reúnen, no si de día ó de noche, con todos los ministros y algunos generales. Sin duda tienen algún proyecto entre manos, algún complot, quién sabe si contra el Rey. ¿Y no sabe usted dónde se reúnen?

Lázaro hizo lo mismo, y los tres se marcharon. El Doctrino y el Curro quedaban allí. No es aventurado conjeturar que, al quedarse solos, la botella, á que tanta afición había mostrado Aldama, estaba completamente vacía. Cuando se vieron solos y sintieron bajar la escalera á los otros, el de la botella dijo: ¿Cuánto te ha dado ayer el tío Coletilla?

Al compás de la navaja se recitaban versos amenizados con agudezas políticas; y las voces camarilla, coletilla, trágala, Elio, la Bisbal, Vinuesa, formaban el fondo de la conversación. Así lo decía él. Más lejos estaba la tienda de géneros de unos irlandeses establecidos aquí desde el siglo pasado.

Para darte leyes y obligarte á cumplirlas existe un hombre sagrado, ungido por Dios. No: yo y mis hermanos le ungimos. Es Rey porque nosotros queremos. Es sagrado para si cumple el pacto solemne que ha hecho con todos y cada uno. Si no, no. Pero lo cumplirá, lo ha jurado. Hay juramentos contestó sobriamente Coletilla, cuyo cumplimiento es un crimen. Lázaro sintió frío en el corazón.

Traía largo capote azul, y uno de aquellos antiguos y pesados sables, capaces de cercenar de un tajo la cabeza de cualquier enemigo. Al verle que se interponía en defensa del anciano, los otros se apartaron con cierto respeto, y ninguno se atrevió á insistir. "Vamos, señores, dejen ustedes en paz á ese pobre viejo, que no les hace ningún daño dijo el militar. Si es Coletilla, el mismo Coletilla.

Palabra del Dia

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