Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 15 de junio de 2025
A cada momento tengo nuevos motivos de alegría y admiración, y a cada instante también quisiera haceros partícipe de ellos; os busco, os llamo, pero los ecos de este hermoso parque permanecen mudos. «Os quiero con toda el alma, señor cura. Reina».
El de engreido, me buscó: yo ninguna culpa tengo; el mismo vino a peliarme, y tal vez me hubiera muerto si le tengo más confianza o soy un poco más lerdo. Fue suya toda la culpa porque ocasionó el suceso. Que ya no hablaban tampoco, me lo dijo muy de cierto, de cuando con la partida llegué a tener el encuentro.
Eso es muy fácil de decir, tío replicó Gonzalo con amargura. Figúrese usted que voy a Nieva, le busco y le pego un tiro o una puñalada y le dejo muerto... Pues desde allí voy a la cárcel, y, por bien que me vaya, no me escapo sin unos años de presidio... Aparte de que la mayoría de los hombres, aunque disculpasen la acción, no la hallarían muy valerosa.
Pero a los dos días, antes de que se pudieran apreciar los efectos, ya no volvió, como si le repugnase aproximar a sus ubres aquel cuerpecito exangüe que parecía un cadáver. En vano buscó la jardinera; no era fácil encontrar pechos generosos que diesen su leche por poco precio. Y mientras tanto, el niño se moría. Todas las mujeres entraban en la habitación del zapatero.
Busco con afán los medios de agradarte y no los encuentro. Dime con qué puedo complacerte, con qué puedo deshacer el hielo que seca nuestros amores. Y lo buscaré aunque sea a costa de mi vida.
Era un empleado, un padre de familia; pero ¿dónde estaban sus actos? ¿Qué había hecho? Buscó en los repliegues de su memoria, recorrió mentalmente los años pasados, como se recorre con los dedos el teclado de un piano, y los halló vacíos, desprovistos de sentido. «¡Vamos, señorita! balbuceó con la cabeza baja y gesticulando . Es idiota creer que soy un espía. ¿Yo espía? ¡Qué insensatez!
Chorreando barro y agua, salió de la acequia, subió la pendiente por el mismo sitio que su adversario; pero al llegar arriba no le vió. En la tierra seca se marcaban algunas manchas negruzcas, y las tocó con las manos. Olían á sangre. Bien sabía él que no había errado el tiro. Pero en vano buscó al contrario, con el deseo de contemplar su cadáver.
Dorotea y Montiño se turbaron mucho más. Pero por aquella vez, Dorotea no se irritó. Por el contrario, soltó una alegre carcajada, y dijo: ¿Quién diablos os ha traído aquí? Y llenó la copa, bebió la mitad, y ofreció la copa á Montiño. Montiño la tomó y buscó el sitio donde había puesto sus labios la joven. Habladme con franqueza dijo la Dorotea ; ¿qué habéis visto en mí...? Y se detuvo.
Acudió el niño músico, y asustado de ver a la señora tan afligida, le preguntó la causa de su duelo. La marquesa le besó en la frente, le tomó después la mano, buscó en ella un dedo... «¿Es para mí esa sortija? preguntó el muchacho. Para ti. Quizás sea demasiado pequeña... Pero en el meñique bien puede entrar. Ya está. No la pierdas. ¿Es regalo tuyo? Sí».
Buscó subterfugios para no confesar aquello, se engañó a sí misma, y el Magistral sólo supo que Ana vivía de hecho separada de su marido, quo ad thorum, por lo que toca al tálamo, no por reyerta, ni causa alguna vergonzosa, sino por falta de iniciativa en el esposo y de amor en ella. Sí, esto lo confesó Ana, ella no amaba a su don Víctor como una mujer debe amar al hombre que escogió, o le escogieron, por compañero; otra cosa había: ella sentía, más y más cada vez, gritos formidables de la naturaleza, que la arrastraban a no sabía qué abismos obscuros, donde no quería caer; sentía tristezas profundas, caprichosas; ternura sin objeto conocido; ansiedades inefables; sequedades del ánimo repentinas, agrias y espinosas, y todo ello la volvía loca, tenía miedo no sabía a qué, y buscaba el amparo de la religión para luchar con los peligros de aquel estado. Esto fue todo lo que pudo saber el Magistral sobre el particular; nada de acusaciones concretas.
Palabra del Dia
Otros Mirando