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Actualizado: 15 de junio de 2025
Buscó con la mano en su pecho, sacó una caja de oro y la abrió. Miró durante algún tiempo con expresión de espanto el retrato que encerraba. En la disposición de espíritu en que Marta se encontraba, le pareció que los ojos del soldado se animaban y la miraban con airado reproche.
Yo lo descompondría de este modo: Gold, oro... to find, hallar.... Es, como si dijéramos, buscador de oro.... He aquí que mientras mi hermano lo busca en las entrañas de la tierra, yo lo busco en el interior maravilloso de ese universo en abreviatura que se llama el ojo humano.
Por eso le busco a usted, que es quien ha de convencerla. Yo no me atrevo..., las mujeres... En fin, usted, antes que tío es usted hombre de talento y comprenderá mi situación. Yo me permití galantearla, cortejarla, cuatro bromas: ¡como es tan guapa! No me hizo caso; total, nada, una niñería..., y es posible que ella tenga reparo de tratar conmigo.
La gente anda embelesada con la procesión, que probablemente termina en este momento, y no reparará ni en ti ni en mí. Y hablando de esta suerte, la misma Juanita buscó un mantón, se lo puso a doña Inés en la cabeza y, llevándola por delante de sí, la empujó y la hizo andar. Dominada doña Inés por aquella imperiosa criatura, se dejó llevar por ella. Ambas llegaron a casa de Juanita.
»Me respondió con un simple movimiento de cabeza y yo entonces creía que estaba celoso porque Magdalena, al levantarse del sillón buscó apoyo en mi brazo; pero si así fue pasó aquella impresión con la rapidez del relámpago, pues en el acto nos indicó con una seña que podíamos emprender el paseo. »No nos alejamos mucho.
Esta solicitud pasó á cabildo, y habiendo tenido conocimiento de ella el zapatero, furioso de ver cuán mal quedaba su persona, buscó á su enemigo y le dió una monumental paliza, con lo que parece quedó vengado... y sin que nadie le despojase del cargo de secutor, apesar de lo de los delitos crímenes.
Durante la comida buscó Isidro con sus ojos la mirada de Fernando, como un perro humilde que intenta volver a la gracia de su dueño. Pero un sentimiento de dignidad y el egoísmo de no perder sus buenas relaciones con Nélida le mantuvieron en silencio. El otro, por su parte, mostrábase fosco, huyendo su mirada de la de Isidro, pero compadeciéndole interiormente. ¡Pobre muchacho!
Por último, no bastando el chocolate y el refresco, que pudiera pasar por merienda, para gente que comía entonces poco después de mediodía, se sirvió la indispensable cena. Durante este tiempo D. Fadrique buscó y encontró ocasión de tener un aparte con su sobrina, y le habló de este modo: Niña, veo que te gustan los versos más de lo que yo creía.
Juan Evaristo Segismundo, después que le trajeron de San Ginés, estaba tan guapote y satisfecho, cual si tuviera conciencia de su dichoso ingreso en la familia cristiana; y para celebrarlo, en cuantito llegó al lado de su madre, buscó la despensa y se puso el cuerpo que no le cabía una gota más de leche.
Aquella noticia acabó con las vacilaciones de la joven cuya mente, por lo demás, estaba ya bastante trabajada merced á tantas noches en vela y á sus horribles ensueños. Pálida y con los ojos estraviados, buscó á hermana Balî y, en voz que daba miedo, le dijo que estaba dispuesta y la preguntaba si la quería acompañar.
Palabra del Dia
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