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Actualizado: 15 de junio de 2025
Y antes que se me olvide.... Buscó en el bolsillo interior de su levitón, y fue sacando un pañuelo muy planchado y doblado, un Semanario chico, y por último una cartera de tafilete negro, cerrada con elástico, de la cual extrajo una carta que entregó al marqués.
¡Ta, ta! ¡El cocinero mayor! dijo con acento zumbón . Si por ventura venís á buscar trabajo, echadle un memorial. No busco trabajo, le busco á él. No está. Ya sé que no recibe en la cocina; pero si está, decidle que le busca su sobrino, que acaba de llegar de su pueblo y que le trae una carta de su hermano el arcipreste.
Sí... Voy a tomar una taza de te. Te acompaño. No, no; vuelvo en seguida. Y corrió, dejándole plantado cerca de la puerta. Bajó las escaleras. Se encontró en la calle sin darse cuenta de lo que hacía. El aire frío de la noche le refrescó la cabeza y le hizo volver en su acuerdo. Súbitamente tomó la resolución de partir a Tejada. Buscó con la vista el coche y no le vió.
12 Y buscó; desde el mayor comenzó, y acabó en el menor; y la copa fue hallada en el costal de Benjamín. 13 Entonces ellos rasgaron sus vestidos, y cargó cada uno su asno, y volvieron a la ciudad. 14 Y llegó Judá con sus hermanos a casa de José, que aún estaba allí, y se postraron delante de él en tierra.
Ignoro yo mismo lo que deseo y lo que busco, y no siento sino lo que tu eres y lo que soy. Quisiera oir tu voz todavia una vez antes de morir, la voz que para mi oido era la mas dulce melodia.
Ya sabe usted dijo Juana , tan bien como yo misma, la historia de nuestro pobre menaje... Poco tiempo me amó usted, amigo mío... seguramente por culpa mía... yo no le agradaba... mis gustos no eran los suyos... todo lo que hacía... todo lo que a mí me gustaba, usted lo rechazaba... Me ha abandonado... buscó sus placeres, nada más natural... Conocía usted que nada podía decirle puesto que no tenía el poder de retenerle.
33 Y entró Labán en la tienda de Jacob, y en la tienda de Lea, y en la tienda de las dos siervas, y no los halló, y salió de la tienda de Lea, y vino a la tienda de Raquel. 35 Y ella dijo a su padre: No se enoje mi señor, porque no me puedo levantar delante de ti; porque tengo la costumbre de las mujeres. Y él buscó, pero no halló los ídolos.
A Martín le dió la impresión de conocer esta voz. Buscó por la sala una botella de agua, y como no había en el cuarto, fué a la cocina. Al ruido de sus pasos, la voz de la patrona preguntó: ¿Qué pasa? El herido que quiere agua. Voy. La patrona apareció en enaguas, y dijo, entregando a Martín una lamparilla: Alumbre usted. Tomaron el agua y volvieron a la sala.
El tío Manolillo buscó con ansia un plato entre los que cubrían la mesa de la reina, y vió uno solo puesto delante del plato de Margarita de Austria. Aquel plato estaba adornado con berros. Era una perdiz que tenía todas las patas.
El segundo día, buscó un refugio contra la incredulidad que lo amodorraba, sentándose en su telar y poniéndose a trabajar sin reposo, como de costumbre. Pocas horas después, el pastor, acompañado por uno de los diáconos, iba a llevarle un mensaje de Sara, informándole que ella consideraba roto su compromiso con él. Silas recibió el mensaje en silencio.
Palabra del Dia
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