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Algunos minutos después llegaba el inspector general a la verja de hierro, llamaba en ella y preguntaba por la señora Liénard, atravesando luego los caminillos, guiado por la jardinera que le dejó a la entrada de la casa donde esperaba una elegante camarera, la cual le introdujo en un salón de la planta baja. ¡Ah! señor, ¡cuánto le agradezco que haya cumplido su promesa!

Me conoces poco, pero la tía ya te habrá dicho le que me intereso por tu suerte. Tu padre va a venir. Ocúltate y calla. Te lo repito: no salgas hasta que yo te llame. Al quedar solos la jardinera y su sobrino, oyeron los sollozos ahogados de la muchacha, que rompía a llorar viéndose en su antiguo cuarto.

Los transeuntes se arremolinaban impidiendo el paso de los carruajes. El grupo de mujeres de la jardinera alcanzó una ruidosa ovación. ¡Viva la sal de la tierra! ¡Vivan las mujeres castizas! ¡Vivan los novios! ¡Vivan los padrinos! El señor Rafael, entusiasmado, arrojaba puñados de almendras y monedas de cinco céntimos á los chicos.

TERNERA A LA CATALANA. Para esta fórmula se emplea todo lo mismo que para la ternera a la jardinera, variando solamente la manteca, que se sustituye con mantequilla.

Dentro de un rato bajaré a la catedral. Se despidieron. Y Gabriel, después de digerir tranquilamente la leche que le sirvió su sobrina, bajó al templo, sin decir nada a la familia del trabajo que pensaba realizar. Temía la protesta de su hermano. En el claustro bajo volvió a encontrarse con el Vara de plata. Hablaba con la jardinera, mostrándola escandalizado un haz de espigas con una cinta roja.

Siempre he mirado mal a las monjas. Déjela, señor dijo la jardinera . Nada tiene de extraño que le guste la iglesia. Del modo como vive, no puede tener otras aficiones. Por hoy, nada temo. Estoy a su lado, y nada me importa que guste del trato con monjitas.

La jardinera sonrió, y sus palabras atravesaron con lentitud el silencio de la tarde agonizante. Tranquilícese, don Sebastián. Yo he visto muchos santos en esta casa, y valían menos que usted. Por asegurar su salvación hubiesen abandonado a los hijos. Por mantener lo que llaman la pureza del alma habrían renegado de la familia. Créame usted a : aquí no entran santos; hombres, todos hombres.

Mientras lo adornan con esplendidez, el basilisco y la serpiente se deslizan en su jardín, y la última, metamorfoseada en jardinera, intenta seducirlo para que saboree la manzana, brillante como el oro, puesto que con ella poseerá todos los conocimientos y un poder ilimitado.

Se preparó la comida en una de las tiendas de Puerta de Tierra, y después de la ceremonia todos se trasladaron allá en coche. Iba una jardinera de diez asientos; pero no cabiendo todos en ella, los sobrantes se acomodaron en berlinas de punto: Velázquez en una con Frasquito, el señor Rafael en otra con el padre de Pepa, y así sucesivamente.

Necesitaba, como otras veces, confiar sus pesares a la jardinera, con esa benevolencia instintiva que impulsa a los grandes a franquearse con los humildes. no sabes, Tomasa, lo que esos hombres me hacen sufrir. Quiero dominarlos porque soy el amo, porque me deben obediencia con arreglo a la disciplina, sin la cual no habría Iglesia ni religión, y se me resisten y me desobedecen.