United States or Portugal ? Vote for the TOP Country of the Week !


Luego avanzaron grandes manadas de bueyes, que se arremolinaban en las angosturas del camino, siguiendo adelante bajo el palo y los gritos de los pastores con kepis. Pasó la noche desvelado por sus pensamientos.

Todo lo que colgaba de las paredes, ropa, trapos, sogas, se ponía horizontal; balanceábanse las bacías de cobre colgadas en la puerta del barbero; las faldas de las mujeres se arremolinaban; se rompían las vidrieras; los hombres se iban sujetando con la mano sus gorras y sombreros, los curas apenas podían andar; todo lo flotante tendía a tomar la horizontal, y en medio de esta desolación relativa, el Majito avanzaba tieso y altanero, como hombre supinamente convencido de la importancia de sus funciones.

Una nubecilla brumosa pegada al suelo marcaba el sitio de un estanque terso como un espejo negro. En los sitios sombríos la escarcha, no derretida todavía, brillaba como polvo diamantino sobre el musgo aterciopelado. Las hojas caídas, secas y abarquilladas, se arremolinaban al menor soplo del viento en torno de los hoyos y socavas.

El tío Frasquito acostóse al fin muy satisfecho, pensando en mañana, y al apagar la luz, esta vez con grandes precauciones, tuvo un escalofrío de espanto... Parecióle que se arremolinaban las tinieblas en medio del aposento y surgía de ellas mismas el eunuco estrangulado, con el dogal al cuello, los ojos fuera de las órbitas, el paso lento, la mano extendida, fría, yerta, que se alargaba, se alargaba hacia él... y le tiraba de las narices.

A este se le olvidaba una cosa, a aquel otra, una hebilla, una pluma, un cordón. Unos llamaban a sus mujeres para que les alcanzasen algo, y todos repetían: «¡la hora...!». Después se arremolinaban abajo, en la escalera principal.

Los transeuntes se arremolinaban impidiendo el paso de los carruajes. El grupo de mujeres de la jardinera alcanzó una ruidosa ovación. ¡Viva la sal de la tierra! ¡Vivan las mujeres castizas! ¡Vivan los novios! ¡Vivan los padrinos! El señor Rafael, entusiasmado, arrojaba puñados de almendras y monedas de cinco céntimos á los chicos.

Después de su llegada, del ruidoso recibimiento en la estación, de los vítores y música hasta ensordecer, apretones de manos aquí, empellones allá, y una continua presión de más de mil cuerpos que se arremolinaban en las calles de Alcira para verle de cerca, era el primer momento en que se contemplaba solo, dueño de mismo, pudiendo andar o detenerse a voluntad, sin precisión de sonreír automáticamente y de acoger con cariñosas demostraciones a gentes cuyas caras apenas reconocía.

Otras veces abundaban las damas elegantes: ocupaba el bridge todas las mesas; el aire marino perdía sus sales bajo una oleada de perfumes caros, y el buque se rejuvenecía con los trajes vistosos que se arremolinaban en sus cubiertas, las guirnaldas tendidas en los salones y los polvos de arroz que se llevaba el viento.