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Actualizado: 16 de julio de 2025


Yo he venido á deshacer vuestras rebeldías, señor duque de Uceda dijo el duque de Lerma, mientras doña Ana, aturdida, encendía las bujías. ¿Mis rebeldías, excelentísimo señor? dijo el duque con calma ¿pues acaso hago yo otra cosa que defenderme? Defenderos, ¿de qué? De los agravios que vuecencia me ha estado continuamente haciendo por celos.

El buen humor, empujado por el vino, comenzaba a hacer de las suyas: las dos mujeres, menos acostumbradas a la bebida, decían mil atrevidos disparates; Damián y Luis hablaban como en el café, contando cuentos verdes; por último, Casilda, algo alegrilla y deseosa de desplegar lujo, encendió todas las bujías de dos candelabros que adornaban la chimenea.

Sus principales fábricas de particulares, de enorme produccion permanente, son: de jabones, pomadas, aguas de olores, bujías y muchos otros productos químicos, en grandísima escala; de destilacion de aceites de todas clases y licores finos y aguardientes, y de preparacion de pastas y frutos alimenticos, por valores muy considerables; cinco refinerías de azúcar, que producen cada una 58,000 kilógramos diarios sin satisfacer á los pedidos; extensas fábricas de instrumentos de cirujía, óptica, etc., y de máquinas de ingenios, destilacion de aceites y licores y trabajos domésticos y de agricultura; fábricas de papel continuo y á mano, de todas clases, y grandes tenerías que producen excelentes tafiletes y toda especie de cueros curtidos.

¡El tormento que sufrió el espada en los primeros momentos de la comida!... Intimidábale el lujo grave y señorial de aquel comedor, en el que parecían perdidos la dama y él, sentados frente a frente en mitad de la gran mesa, junto a enormes candelabros de plata con bujías de luz eléctrica y pantallas rosa.

Los salones quedaron silenciosos en poder de los criados, que con la regularidad y precisión de soldados cambiaron las bujías próximas a extinguirse por otras nuevas, mientras el comedor resonaba con el campanilleo de los platos y las copas, la charla y las carcajadas de los convidados.

Volvió a la media hora, con un paquete de bujías, dos chuletas empanadas de una taberna cercana, una libreta, una botella de vino y un paquete de dulces. ¡Juerga completa! Decididamente, la vida de burgués, con casa propia y mujer única, tenía grandes encantos.

Los sillones de oro y sedas estaban removidos, como recordando aún los corrillos de que fueron asiento; los cristales, velados por el polvo de una noche de continuo movimiento; olvidado sobre una butaca un abanico; las bujías de los candelabros, apuradas hasta gotear sobre el terciopelo y el mármol que cubría las consolas, habían hecho saltar con su llama espirante alguna de las arandelas de cristal.

Era Sardanápalo quemándose con sus queridas... Completaban el decorado de la pieza tres o cuatro fotografías de niños muertos. Eran los hijos que se le habían malogrado a D.ª Laura en edad temprana. Vistos a la luz de las bujías del próximo festín, los pobrecitos tenían cara de muy desconsolados por haberse ido del mundo tan pronto sin alcanzar la hartazga de aquella noche.

Una vez allí, solo y seguro de toda sorpresa y de toda impertinencia, sacó de su bolsillo una caja de tafilete, de ella unas antiparras montadas en plata, se las acomodó en las narices, acercó á las dos bujías, sacó la carta, rompió su nema, desdobló los tres grandes pliegos de que la carta constaba y los extendió delante de .

Las bujías se iban gastando; la orquesta, que había tocado sin éxito alguno dos o tres bailables, se desmoralizaba; los músicos charlaban en voz alta o paseaban por el salón y hasta fumaban; los hujieres y mozos bostezaban, tirándose unos a otros indirectas referentes a las dulzuras del lecho.

Palabra del Dia

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