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Actualizado: 16 de octubre de 2025
Tiene una gorra con galones y letras. Esta noche, cuando bajé por las bujías, me encontré a la vecina en la tienda y me preguntó por el señorito. Dijo que cualquier cosa que se ofreciera... ¿sabe? Es muy amable. Ayer entró aquí a ver la casa, y yo pasé a la suya... Dice que tiene muchas ganas de hacerle a usted la visita.
Un silencio de estupor enmudecía á los tres personajes. El primero que le rompió fué el duque de Uceda. Encended las bujías, doña Ana dijo , venid después acá, y decidnos: ¿por qué razón, de una manera tan imprevista y tan enojosa nos encontramos aquí mi señor padre y yo?
La luz de dos quinqués que ardían sobre una mesa debajo de los arcos y las bujías del piano no llegaban a esclarecer enteramente el centro, donde las sombras se espesaban, gracias al follaje de los arbustos. Siéntese usted bien, Sanjurjo me dijo, llamándome ya por mi nombre. Yo, sin comprender por qué estaba mal sentado, hice un movimiento y seguí en la misma posición.
Menudencias que la Historia no registrará seguramente. De propósito se empezó tarde la comida, y circulaban aún las dos sopas de hierbas y de puré, cuando los camareros cerraron las maderas de las ventanas y encendieron las bujías de los candelabros y los aparatos de gas.
La gran escalinata estaba iluminada con luz eléctrica: el vestíbulo y el comedor con gas: los salones de baile con bujías. En la sala de conversación y en la de juego había algunas lámparas de petróleo con enormes y artísticas pantallas. En éstas ardía además un fuego claro y brillante en las chimeneas. Clementina recibía a los invitados en el primer salón, cerca de la antesala.
Palabra del Dia
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