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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Es probable que á esta clase de ocupación asociara ella una idea de penitencia, y que al dedicar tantas horas á esa ruda labor, las ofreciera como una especie de sacrificio de otros goces.
Sin pasar de aquel día, decidí enamorarme con locura de mi encantadora vecina, y no desperdiciar la primera ocasión que se me ofreciera para declararle mi pasión. ¡Ah! Ya te veo venir, amigo Felipe dijo Amaury riendo; pero ya creía yo que habías olvidado aquella aventura en la que tuve la desgracia de ser tu rival, llevándote dos días de delantera.
En fin, un día juntos, como solían, los más en casa de una mujer vieja, que era como su Profetiza, llamada Margarita Martí, viuda de Miguel Tarongí, dicho de la Volta, tomaron resolución de hacer la fuga con sus mujeres en la primera ocasión que se ofreciera, aunque fuese con riesgo de perderse.
Y estrechó, con calor, la mano que don Álvaro le ofrecía. La marcha fúnebre sonaba a los lejos. El chin, chin de los platillos, el rum rum del bombo servían de marco a las palabras grandilocuentes de Quintanar. ¡Qué sería del hombre en estas tormentas de la vida, si la amistad no ofreciera al pobre náufrago una tabla donde apoyarse!
Berenguer de Entenza hizo notable yerro en enviar Embajadores á Príncipe de cuya fé y palabra se podia dudar, porque quien con tanta alevosia y crueldad quitó la vida á Roger y á los suyos, de creer es que en todo lo demás no guardara fé, ni diera por legítimos Embajadores á los que venian de parte de los que él tenia por traidores; á más de que habiendo en los vecinos de Galípoli ejecutado tan gran crueldad, se habia de temer otra mayor siempre que la ocasion se la ofreciera.
Debe usted ciertas compensaciones á las que han sufrido por su causa. En fin, si una mujer, conmovida por sus desgracias, interesada por su rehabilitación y sinceramente enamorada de usted, se ofreciera á cuidar las heridas secretas de su corazón, á curarlas y á cifrar su dicha en hacer de usted el hombre que debe ser, ¿rechazaría usted esa ternura?
Creyó que ésta fuese inspirada por la modestia; y debió llegar hasta ofenderle, con su moderno espíritu comercialista, encareciendo las ventajas de la alianza, como si el joven duque fuese una mercancía que se ofreciera... Esto acabó por indignarle en su íntimo y concentrado orgullo, y tan hondamente que, para terminar el enojoso asunto, dio Pablo una réplica digna de los antiguos tiempos de la grandeza española: Diga usted a su majestad la reina que, siendo yo el primer grande de España, no quiero ser el último infante.
Veces pensaba en irse a buscar una cueva entre los montes de los alrededores para imitar la santa vida de los anacoretas; veces en ir a reunirse con Gaspar de Avendaño, el golfín, que tan caballerosamente le ofreciera hacerle su segundo. Estaba resuelto a escoger uno ú otro camino; pero la vacilación era grande.
Y aproximándose al joven como si se ofreciera, con una dulzura que contrastaba con la huraña repulsión de poco antes, añadió: Ya que crees en Dios, ¿por qué no vas, como los muchachos de Bilbao, á confesarte con los Padres? ¿Por qué no te veo nunca en la Residencia?...
Tiene una gorra con galones y letras. Esta noche, cuando bajé por las bujías, me encontré a la vecina en la tienda y me preguntó por el señorito. Dijo que cualquier cosa que se ofreciera... ¿sabe? Es muy amable. Ayer entró aquí a ver la casa, y yo pasé a la suya... Dice que tiene muchas ganas de hacerle a usted la visita.
Palabra del Dia
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