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Actualizado: 20 de julio de 2025
Pero en el sur de Francia, como en Italia y España, se pide la limosna peor que con escopeta; es una operacion en cuatro actos, á cual mas terribles: embestida brusca, horrible clamoreo, sitio rigoroso y persecucion hasta hacer sucumbir al pasajero.
Pero lo que resaltaba claro para mí en su carta para mí que lo conocía era la desesperación de celos que lo llevó al suicidio. Ese era el único motivo; lo demás: sacrificio y conciencia tranquila, no tenía ningún valor. En medio de todo quedaba vivísima, radiante de brusca felicidad, la imagen de María. Yo sé el esfuerzo que debí hacer, cuando era de Vezzera, para dejar de ir a verla.
Yo no sé, yo no sé qué es lo que tienen, pero ello es el caso que cuando agita el aire sus corolas suspiran por lo bajo... ¡Las flores son las almas de mujeres que en la tierra su crimen no purgaron, mujeres que murieron olvidadas después que tanto amaron, y ahora vagan sus almas de unas flores a otras emigrando, y en el crisol ardiente de sus penas purifican las huellas del pasado... ¡No arranquemos jamás con mano brusca una flor de su tallo: las flores tienen alma; las he oído gimiendo muchas veces por lo bajo...!
Lo que es Miguel el Negro... continuó la muchacha arrostrando la indignación de su madre; pero en aquel momento se oyeron unos pesados pasos y una voz brusca preguntó, con acento amenazador: ¿Quién habla del duque Miguel con tan poco respeto y en sus propias tierras? La muchacha dio un ligero grito, entre atemorizada y risueña. ¿No me acusarás a tu amo, Juan? preguntó.
Un amo que le demuestra amistad; y ella no es para vos, ¿verdad?, más que una sirvienta que os debe obediencia. Es, pues, natural que haga esfuerzos para ocultar un sentimiento que debe inspirarle temor y vergüenza. El intendente bajó la cabeza y sonrió a sus propios pensamientos, como si aquellas palabras hubiesen determinado en su espíritu una reflexión brusca.
Decidme de qué se me acusa y veré si puedo responder ahora con entera franqueza. Marta pareció ofendida por aquella resistencia y permaneció algunos minutos muda. Después dijo, como adoptando una brusca resolución: Elena no es la hija de la señora Bruinsteen; es hija de un oficial de húsares, y tuvo como nodriza una campesina, en Elterbeck, cerca de Bruselas... ¡Dios mío! ¿quién os ha dicho eso?
Entre lo festivo y lo triste, entre lo cómico y lo trágico, en esta novela, lo mismo que en la realidad, casi no hay intermedio, pero la absoluta carencia de afectación en el narrador vale más que los rodeos artificiosos para evitar que la transición sea brusca, y que los sucesos lamentables y el consiguiente cambio de tono produzcan disonancia.
Narciso en lindeza, Aquiles en valentía, en música un Orfeo. Y qué recato para penar, qué constancia en el querer. A mi fe, señora, que si él no consigue hablaros una vez tan sólo, una de estas noches, mataréis con vuestro rigor al galán más gentil que jamás vieron los ojos. Eso no podría ser sin daño para mi honra repuso brusca y nerviosa Beatriz.
La atroz convicción de que la puerta de la casa de sanidad iba a cerrarse sobre su hija querida, le oprimía el corazón y hacía correr por todo su cuerpo un frío glacial. Después de haber permanecido un rato inmóvil y como inerte, una inspiración brusca y misteriosa la hizo erguirse vivamente con un rayo de alegría en los ojos.
Se inclinó, ó más bien dicho, se dobló en ángulo, con brusca rigidez, al besar las manos de las dos señoras. Luego se llevó un monóculo de impertinente fijeza á uno de sus ojos, mientras la doctora hacía las presentaciones. El conde Kaledine... El capitán Ferragut.
Palabra del Dia
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