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Actualizado: 20 de octubre de 2025
Al recuerdo de su agravio sintió Maximiliano en su alma una reacción brusca contra aquel misticismo recién aprendido, más hijo de la necesidad que de la convicción. «Esto me parece prematuro» dijo, y salió de la sala. Pronto se le reunió su tía en el despacho, y le dijo: «Me parece bien tu severidad.
Aquella brusca partida dejó inmóvil por un instante a la señora de Maurescamp; dio algunos pasos inciertos por el salón, y en seguida dejose caer en un confidente, entregada a la más profunda meditación, sosteniendo con la mano su cabeza y enjugando a intervalos las lágrimas que caían lentamente de sus ojos. ¿Por qué lloraba?
El segundón, tendiendo en el aire sus manos crispadas por el ansia fratricida, lanzó de su boca fiero torrente de insultos y amenazas incomprensibles; mientras el mayorazgo, inmóvil y descolorido, le miraba con sonrisa convulsa, la mano derecha en la daga. De pronto, al escándalo de las voces, doña Urraca, la mujer del hidalgo, apareció en la puerta cual brusca visión.
Tengo bastantes años para marchar solo contestó con sequedad ; y en cuanto á consejos, démelos cuando yo se los pida. Y murmurando otras palabras ininteligibles, le volvió la espalda para ir en busca de Elena. Quedó el español asombrado por la brusca respuesta de su socio. Después sintió indignación. «¡Esa mujer! pensó . ¡Hasta va á quitarme el mejor de mis amigos!...»
Conviene dejarle solo, dijo Tragomer. Tiene necesidad de entrar en posesión de sí mismo. La transición entre su aniquilamiento desesperado y la vuelta á la vida ha sido muy brusca. Mañana estará más tranquilo, sus ideas habrán entrado en orden y podremos interrogarle con fruto. Y ahora, Marenval, reciba usted mis felicitaciones.
¡Dios mío! qué odioso es esto replicó. ¡Qué cobarde, sí, lo repito, qué cobarde! La verdad empezaba á manifestarse á mi espíritu. Descendí uno de los escalones. ¿Qué es lo que hay, pues? le dije fríamente. Es usted respondió con una brusca vehemencia quien ha pagado á ese hombre, á ese niño, ó lo que sea, para que nos aprisione en esta miserable torre.
En casa de la Sarcicourt, absolutamente nada... Me resigné fácilmente a pensar que el pretendiente porque debía de haberlo había llegado tarde al tren. Otro día será pensé con alguna angustia ante la idea de volver a empezar las fases de mi atavío de conquista. La abuela se encargó de desengañarme con una pregunta tan brusca como imprevista. ¿Qué te parece el señor de Baurepois, Magdalena?
Hizo al punto un movimiento para retirarla, pero después me la abandonó, volvió la cabeza y me miró con expresión incierta. Sus ojos estaban húmedos. Por fin, dio un gran suspiro y dijo, respondiendo, sin duda, a sus largos pensamientos: Entonces, ¿cuándo nos casamos? Cuando usted quiera respondí sorprendido por aquella brusca pregunta. ¿Y si quisiera ahora mismo?
Estoy sumamente agradecido.... La solterona hizo un gesto que significaba: "Como usted guste", ó "No hay de qué," y dijo: Voy á hacer venir una persona para que le cuide. Se despidió con una brusca inclinación de cabeza y salió. Por la noche, el doctor Fortier encontró á su enfermo mucho mejor y le ordenó una sopa y un ala de pollo.
De aquella presentación databa la antipatía manifiesta de Marenval por Harvey y, en el fondo, por todos los americanos, á quienes englobaba en el desdén que le inspiraba el ganadero. Cuando miss Maud pasaba delante de él, brusca, decidida y ruidosa, Marenval le dirigía miradas de conmiseración y tenía por incomprensible que nadie quisiera casarse con aquella marimacho.
Palabra del Dia
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