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Actualizado: 16 de junio de 2025
Llevábase un dedo a los labios para imponerle silencio cuando Febrer intentaba hablar. Una vez, el herido agarró al paso una de sus manos y se la llevó a la boca, acariciándola con un beso prolongado. Margalida no osó retirarla. Únicamente volvió la cabeza para que no viese sus ojos llenos de lágrimas.
El pobre temía no haber procedido con el tacto de un hombre elegante. Para consolarlo puso su mano derecha junto á la boca de él. Conténtese con esto dijo. El italiano besó la mano con entusiasmo, y fueron tan repetidos sus besos, que al fin tuvo ella que retirarla, amenazándole con un dedo para que guardase prudencia.
Dichas estas razones, dexa á la dama que tenia asida por los cabellos, y cogiendo la lanza va á pasársela por el pecho al extrangero. Este que estaba sosegado paró con facilidad el encuentro de aquel frenético, agarrando la lanza por junto al hierro de que estaba armada. Forcejando uno por retirarla, y otro por quitársela, se hizo pedazos.
Por esto, Zarandilla, más que de los guisos de su mujer, se preocupaba de la botella, manteniéndola al alcance de su mano, calculando previamente, con avaricia infantil, lo que podría beber Rafael, y asignándose el resto, sin consideración alguna, a la mujer que aprovechaba el menor descuido para retirarla, guardándose su parte.
La apretó tímidamente primero, después con más energía: al cabo la acarició con cariño, rozándola suavemente por encima. Maximina le dejaba hacer, sin soñar con retirarla, como si fuese una cosa muy natural.
Saturada también de estas máximas su hija, apenas comenzó a concurrir al entonado colegio en que quiso darle educación su madre, hubo que retirarla de él. Era ya la niña medio montuna por naturaleza, y con las predicaciones de Juana llegó a hacerse indomesticable.
Su padre se ha muerto. Su madre está en la mayor pobreza. Yo, que la quiero como a una hija, he procurado educarla para que se salve del peligro de ser hermosa siendo tan pobre. Sintió Lucía en aquel instante como si la mano de Sol le temblase en la suya, y hubiese hecho un movimiento por retirarla y ponerse en pie. Señora.... No, no, Lucía. La que va a ser mujer de Juan Jerez....
El señor Baltet es un hombre serio, un hombre que no ha vivido... Te aseguro continuó Francisca casi suplicante, que esa clase de hombres no se aficionan más que a... A las bribonas, tienes razón. La palabra era dura, y la sentí inmediatamente, aunque sin desear retirarla. ¡Bien! articuló Francisca, respirando profundamente.
Hizo al punto un movimiento para retirarla, pero después me la abandonó, volvió la cabeza y me miró con expresión incierta. Sus ojos estaban húmedos. Por fin, dio un gran suspiro y dijo, respondiendo, sin duda, a sus largos pensamientos: Entonces, ¿cuándo nos casamos? Cuando usted quiera respondí sorprendido por aquella brusca pregunta. ¿Y si quisiera ahora mismo?
¡Señor Cerojo, señor Cerojo! gritó el presidente sin poderse contener por más tiempo , esas palabras son indignas de este sitio y de esta concurrencia, y yo espero que usted las retirará espontáneamente. Yo no tengo nada que retirar más que a mi persona, que voy a retirarla de aquí ahora mismo.
Palabra del Dia
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