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Era hermoso, era joven, me adoraba con sus ojos misteriosos de animal de la selva, y yo, sin embargo, lo encontraba ridículo y me burlaba de él cada vez que balbuceaba en inglés uno de sus cumplimientos orientales... Temblaba de frío, le hacían toser las brumas, movíase como un pájaro bajo la lluvia, agitando sus velos lo mismo que si fuesen alas mojadas... Cuando me hablaba de amor, mirándome con sus ojos húmedos de gacela, me daban ganas de comprarle un gabán y una gorra para que no temblase más.

El ingeniero miró á su novia, que le contemplaba con ojos interrogantes, de una candidez alarmada, como si temblase ante su respuesta. Sanabre recordó un momento á Fausto en el jardín de Margarita. Otra muchacha inocente, aunque menos apasionada que la burguesilla germánica, le preguntaba á él en un jardín cuál era su religión.

Su padre se ha muerto. Su madre está en la mayor pobreza. Yo, que la quiero como a una hija, he procurado educarla para que se salve del peligro de ser hermosa siendo tan pobre. Sintió Lucía en aquel instante como si la mano de Sol le temblase en la suya, y hubiese hecho un movimiento por retirarla y ponerse en pie. Señora.... No, no, Lucía. La que va a ser mujer de Juan Jerez....

Por supuesto que los alumnos no sabían palabra de todo esto; antes se tenían formada, de la braveza y esfuerzo de su director, una idea superior a toda hipérbole; no había en el colegio quien no le tuviese por más áspero y belicoso que Roldán y más denodado que Oliveros de Castilla, y quien no le temblase.

Tuvo miedo de ponerse encarnada, de que le temblase la voz al contestar al cortés saludo de Mesía. Miró a su marido, algo asustada, pero Quintanar estrechaba la mano de don Álvaro con cariñosa efusión. Le era muy simpático, y aunque se trataban poco, cada vez que se hablaban estrechaban los lazos de una amistad incipiente que amenazaba ser íntima y duradera.

Resonaron al fin pasos en el dormitorio, crujieron las vidrieras al tropezar en ellas una persona, y la voz cobarde, trémula del cocinero mayor, dijo desde en medio de la obscuridad: ¿Estáis ahí, señora? Doña Ana hizo un violento esfuerzo sobre misma para que su voz no temblase y contestó con acento dulce: , , señor Francisco Montiño. ¿Viene con vos ese caballero?

Luego, pasando ante el matón, continuó su camino, volviéndole la espalda con una confianza despectiva. Pimentó, acostumbrado á que le temblase toda la huerta, se mostraba cada vez más desconcertado por la serenidad de Batiste. ¿Es la darrera paraula? le gritó cuando estaba ya á cierta distancia. ¿Es la última palabra? ; la darrera contestó Batiste sin volverse.

Al llegar a Palencia, dejolos la vejezuela y subió un hombre grave, decentemente vestido, silencioso. Se parece a papá dijo Lucía en voz baja a Miranda . ¡Pobrecillo! Y esta vez sólo un suspiro pagó la deuda del amor filial. Caía ya la noche; andaba el tren lentamente, como si temblase de pavor al confiarse a los raíles, y observó Miranda que llevaba notable retraso.