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Escucha bien. Y haciendo una graciosa reverencia a la abuela, Francisca declamó con gracia: Si el tiempo se va, señora, Nosotras también nos vamos... Una risa general acogió esta nueva broma de Francisca, que había encontrado medio de desnaturalizar el pensamiento del poeta. Delicioso exclamó la Roubinet extasiada.

Cuando yo tenía tu edad, sabía vengarme de una muchacha mejor que dijo riéndose papá, quien nunca desperdiciaba la ocasión de decir una broma. ¿Y cómo se hace? preguntó mi primo. ¡Bah! ¡Si no lo sabes! replicó papá. Se le da un beso, señor Roberto dijo un viejo jardinero que pasaba justamente con sus regaderas.

Pero sin saber por qué, permanecía allí, como si este espectáculo tan nuevo para él pudiese más que su voluntad. Los amigos del valentón le daban broma al ver que después de las guindillas daba tientos al jarro, sin cuidarse de si su enemigo le imitaba. «No debía beber tanto: iba á perder, y le faltaría dinero para pagar.

Lo que esto molestaba a Hojeda no es decible: al principio se turbaba y le venían los colores a la cara; más adelante, cuando advirtió que era broma, se negaba a contestar al impertinente, limitándose a alzar los hombros en señal de resignación o a masticar alguna frase de disgusto.

Hase visto querer casarse con un hombre que tenga millones y un nombre histórico cuando se tiene 20.000 pesos y un nombre que no tiene nada de eso... Los Brenay son de buena familia dijo la de Aimont. No digo que no en cuanto a la honradez se dignó responder la Bonnetable. Pero en cuanto a su partícula acentuó con perfecto desprecio, es una broma.

Y empujó con el pie una vieja chaqueta de marinero, cubierta de manchas de vino y de alquitrán. ¡Es raro! dijo el contramaestre, y el guiñapo subió majestuosamente hasta lo alto de la driza. Se supone que la broma pareció un poco pesada a los de la corbeta, porque dos cañonazos partieron casi inmediatamente y las balas hicieron bastantes destrozos en el aparejo de El Gavilán.

Clotilde se mostró al principio, por un esfuerzo poderoso de la voluntad, más serena que antes; pero ya la gente se encontraba dispuesta a la broma y no valió ningún recurso para ponerla seria. El público, cuando presiente el jaleo, es lo mismo que una fiera cuando huele la sangre: no hay quien lo ataje, y es necesario darle carne a toda costa.

Augusto se puso serio, comprendiendo que la situación de su amiga no era para tratada en broma. Hablaron.

Al fin, tan inaguantable era esta hostilidad, que el Almirante reembarcó a Méndez con su gente e hizo velas sin haber puesto el pie en tierra firme. Luego sobrevenía la más penosa y difícil de las aventuras de Colón. La «broma», temida calamidad de los mares tropicales, consumía la madera de los navíos.

Contigo no se puede discutir esto porque haces broma, como socorrido recurso de impotencia, desde que en lo íntimo eres tan creyente y tan cristiano como yo. ¡Qué voy a ser! ¡Eres! y eres porque es tu madre, en cuyo seno has bebido estas ideas y en cuyo hogar se cree en Dios y se observan los principios de la moral cristiana que mismo practicas a cada rato. Eso es cuestión de educación.