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Actualizado: 8 de junio de 2025


Añadese que el Rey, arrepentido o satisfecho de sus amores regaló a las monjas de San Plácido un reloj que tocaba a muerto cada cuarto de hora, y que el mismo soberano o el protonotario Villanueva encargaron a Velázquez el Crucifijo que las monjas pusieron en la sacristía.

Mesía había jurado, y seguía jurando todos los días, una eternidad de amores. La idea de la soledad después de aquello, le parecía a la Regenta más horrorosa que en un tiempo se le antojara la imagen del Infierno.

¡Alma mía, con mil amores!... pero... esto no es natural, quiero decir... está muy en orden, pero a estas horas... es decir... a estas alturas... vamos... que.... Y si hubiéramos reñido... se explicaría mejor... pero así sin más ni más.... Yo te quiero infinito, ya lo sabes; pero estás mala y por eso te pones así; , hija mía, estos extremos....

La otra meneaba vivamente la cabeza, intentando decir entre sollozos: No..., no..., no... Es que Pepe... Pues bien, ¡no le digas nada!... ¿Quieres que vaya?... Pues iré, iré de mil amores... ¿Cómo había yo de imaginarme que iba a causarte esa pena?

Querida amiga dijo la vieja , lord Gray nos va a contar algo de sus amores en Cádiz, que es mejor tratado que el de los viajes por Asia y África.

Allí estaban todos los tipos de la belleza femenina, todas las variedades de la hermosura, y de entre las largas filas, de cabezas se desprendían emanaciones turbadoras: olor a lilas blancas que hace traidora la pureza, clavel rojo que huele a clavo, heno fresco que trae a los sentidos laxitud de amores campestres, y aromas intensos del Extremo Oriente, quintaesenciados por las artes viciosas de la Vieja Europa.

De como Cervantes oyó el fin de la historia de Margarita entre las cabilaciones que le causaba el no saber adónde le llevaría la historia de sus amores.

No insistió la anciana; sospechó, tal vez, que motivos muy justos me obligaban a no visitar a mi amigo, y se limitó a decirme: Bueno; harás lo que quieras... pero no dejes de ir a la casa de don Crisanto; no dejes de ver a don Román.... ¡Iré, iré de mil amores! El doctor no estaba en su casa. Le encontré en la calle, cerca de la Parroquia, y hablamos largamente. ¿Te vas mañana?

No tengo amores, ni celos, ni aspiro a nada, y necesito la amistad y la compañía de mujeres jóvenes como vosotras. Mi casa es un casino, del cual soy presidente con faldas; pero me voy cansando de hacer este papel. ¿Quieres compartirlo conmigo? ¿Quieres ayudarme a presidir mi tertulia? Ignoro si Braulio querrá y podrá... ¿Cómo no ha de querer? Parece afable, alegre, buen señor y discreto.

Grave peligro de muerte amenaza un día á Meléndez en una batalla, del cual pudiera librarlo Rodrigo; pero lo abandona su cobarde é ingrato hijo, salvándole inesperadamente un mancebo moro; éste es Celín, nacido de los amores de Meléndez y de Fátima, que oye la voz de la naturaleza, y es arrastrado por ella hacia su padre con fuerza irresistible.

Palabra del Dia

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