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Actualizado: 7 de mayo de 2025


El doctor don Vicente Maza, presidente de la Sala y de la Cámara de Justicia, consejero de Rosas, y el que más ha contribuído a elevarlo, ve un día que su retrato ha sido quitado de la sala del Tribunal por un destacamento de la mazorca; en la noche rompen los vidrios de las ventanas de su casa donde ha ido a asilarse; al día siguiente escribe a Rosas, en otro tiempo su protegido, su ahijado político, mostrándole la extrañeza de aquellos procedimientos y su inocencia de todo crimen.

Todos iban murmurando. ¿Para qué desafiar al diablo, o al ahijado del diablo? ¡Nada más vano que luchar contra vestiglos y fantasmas! En su incursión a las islas se internaron el comisario Rodríguez, seguido del escribiente Peñálvez, mientras los demás hombres estaban «mateando» junto a la canoa que los trajera, a través de una tupida selva de helechos, ceibos y espinillos.

Al despertar, vio enfrente de , sentado en una mata de alhucema, a un hermoso niño desnudo, con unas alas de plata que relumbraban al sol y una copa de oro en la mano. »El ladrón se refregó los ojos creyendo que estaba soñando; pero el niño le dijo: «No, no creas que estás soñando. Yo soy tu ahijado.» Y le contó todo lo que había ocurrido.

Algunos días después de lo fuga de Fermín, vio llegar a su ahijado Rafael. Se hallaba sin colocación: había abandonado el cortijo. Venía a decirle que Fermín estaba en Gibraltar, y que un día de aquellos se embarcaría para la América del Sur. También a ti dijo el viejo con tristeza te ha picado la mardita bicha, que nos emponzoña a toos. El mocetón estaba triste, desalentado.

LEONIE. ¡Indudablemente...! ¡Pero es preferible que sea bonita...! LEONIE. ¡Bah! ¡Ya ves que tengo aquí a mi ahijado...! Que mande a Carmen, o a Irma. LA SIRVIENTA. ¡Es que el general quiere que seas ...! LEONIE. ¡Pues contéstale que he salido y déjanos en paz...! Este breve coloquio sume a Cirilo en una estupefacción inquieta. La sirvienta sale. CIRILO. ¿Tiene usted mucho trabajo?

Y recobrando su gravedad, le decía al ahijado con el tono de un profesor que enseña verdades de universal trascendencia: Ese es er verdadero cante jondo... ¡Jerezano puro! Y si te icen que si las seviyanas, que si las malagueñas, di que es pamplina. En Jerez está la llave der cante. Eso lo declaran toos los sabios del mundo.

Exhibirse de bautizo en bautizo era una de las consecuencias de su gloria. Este ahijado le traía el recuerdo de su mala época, cuando empezaba la carrera, guardando al padre cierta gratitud por la fe que había puesto en él cuando todos le discutían. ¿Y los negocios, compare? preguntó Gallardo . ¿Marchan mejor? El aficionado torció el gesto.

A la derecha, la muestra hereditaria del notario Hardoin, tercero de ese nombre... ¡Lo que él había jugado en el polvoriento despacho con los dependientes encaramados en sus altos asientos! Y qué risa la suya cuando el principal abría de repente la puerta de la oficina para regañar a los culpables y se detenía desarmado ante su ahijado instalado majestuosamente en su propio sillón...

Es Juan dijo, mi ahijado, subteniente del regimiento de artillería de guarnición en Souvigny; es de la casa. Juan hizo dos grandes cortesías, las americanas dos pequeñas, y comenzaron a buscar en sus bolsas, sacando cada una un rollo de mil francos, bonitamente encerrados en dos bolsitas verdes de piel de serpiente con anillos de oro.

El único que protestó fué Labarta. «¿Marino?... Sea en buen hora; pero marino de guerra, oficial de la Real Armada.» Y el poeta veía su ahijado revestido de los esplendores de una bélica elegancia: levita azul con botón de oro todos los días, y en las fiestas casaca de galones y vueltas rojas, sombrero de picos, sable... Ulises levantó los hombros ante tales grandezas.

Palabra del Dia

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