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Actualizado: 7 de julio de 2025
Una risa entre picaresca y celestial alegraba tan linda obra de la naturaleza. Nucha le plantó un beso en cada carrillo. ¡Qué monada! ¡Dios lo bendiga! ¿Cómo te llamas, pequeño? Perucho contestó el pilluelo con sumo desenfado. ¡El nombre de mi marido! exclamó la señorita con viveza . ¿Apostemos a que es su ahijado? ¿Eh?
LEONIE. ¡Dispense, mi querido ahijado, que le haya hecho esperar...! Estaba acabando de arreglarme... ¿Por qué no me anunció usted su llegada en la última carta...? ¡Habría ido a aguardarle a la estación...! CIRILO. Ha sido un viaje imprevisto. Vengo para preparar mi desmovilización. LEONIE. ¡Oh! ¡Es una lástima...! ¡Le sentaba tan bien el uniforme...! CIRILO. ¡Bastante lo llevé ya...!
¿Cuándo te llevo a Longueval? Sí. Dentro de diez días. No quieren ver a nadie, por el momento. ¿Entonces, no volverás a Longueval antes de diez días? ¡Oh! iré hoy a las cuatro. ¡Pero yo no soy nadie! ¡Juan Reynaud, el ahijado del cura! Por eso he penetrado con tanta facilidad en la confianza de estas dos preciosas mujeres; me presenté bajo el patronato y con la garantía de la iglesia.
Su traje sencillo dejaba ver, en los pormenores todos, la elegancia y el buen gusto. La cabalgata se paró a la puerta de D. Acisclo, y éste, seguido de su ahijado y huésped, se halló pronto en la sala, donde aguardaban doña Luz y doña Manolita. Aquí tiene V. a nuestro diputado el Sr.
¡Bah! nada de emoción dijo el notario con expresión de mal humor; eso me quitaría el apetito y acaso perturbara al muchacho, que probablemente no sospecha nada y va a venir a comer según costumbre. Sin embargo, él tampoco estaba muy tranquilo, y cuando vio al fin a su ahijado, ahogó un suspiro de alivio. Carlos estaba tranquilo, casi risueño.
Los clientes rugían de risa, seducidos por esta gracia escatológica, y reparaban menos en la cuenta de honorarios. ¡Famoso don Esteban!... Por el placer de oírle habrían hecho una escritura todos los meses. El futuro destino del príncipe de la notaría era objeto de las conversaciones de sobremesa en días señalados, cuando estaba invitado el poeta. ¿Qué deseas ser? preguntaba Labarta á su ahijado.
No desdeñe V. al nuevo ahijado que le presento, aunque no valga lo que Pepita, y créame su afectísimo y respetuoso servidor. *El Comendador Mendoza.* Á pesar de los quehaceres y cuidados que me retienen en Madrid casi de continuo, todavía suelo ir de vez en cuando á Villabermeja y á otros lugares de Andalucía, á pasar cortas temporadas de uno á dos meses.
Lisboa, junio. Mi excelente madrina: Hé aquí lo que ha «visto y hecho» desde mayo en la hermosísima Lisboa. «Ulyssipo pulcherrima», su admirable ahijado. Descubrí un compatriota mío de las Islas, mi pariente, que vive desde hace tres años construyendo un sistema de Filosofía en el piso tercero de una casa de huéspedes de la travesía de la Palha.
Es su ahijado, su ahijado se apresuró a declarar Julián, que desearía ponerle al chico un tapón en aquella boca risueña, de carnosos labios cupidinescos. No pudiendo hacerlo intentó sacar la conversación de terreno tan peligroso. ¿Para qué querías tú los huevos? Dilo y te doy otros dos cuartos, anda. Los vendo declaró Perucho concisamente. Con que los vendes, ¿eh?
Cumplido el ceremonial, Villamelón abandonó la mano de su ahijado y quedóse atrás, en actitud señoril, pero estudiada, contemplando estático las grandes narices de Carlos III, que tenía frente a frente, mirando de cuando en cuando con el rabillo del ojo a uno y otro lado, y diciendo para sus adentros: Mucho me miran... Debo de estar hermoso.
Palabra del Dia
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