Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 19 de mayo de 2025
Después, aun en el caso de aprovechar una ocasión y poder salir de allá, quedaba por recorrer un pasillo largo y luego unas escaleras... Imposible. Había que escapar por la ventana. Era el único recurso. ¿A dónde dará esto? se dijo. Arrimó el banco a la pared, se subió a él, se agarró a los barrotes y a pulso se levantó hasta poder mirar por la reja.
Pronto la mente de la señora con rápido giro de veleta tornó a la idea de la herencia, y a ella se agarró, dejando lo demás en el olvido; y observando el presbítero su ansiedad de informes, se apresuró a satisfacerla. Pues ya sabrá usted que el pobre Rafael pasó a mejor vida el 11 de Febrero... No lo sabía, no, señor. Dios le haya dado su descanso... ¡ay! Era un santo.
Al separarse se vieron los dientes bien señalados en sus mejillas. Concha agarró una caña y la tiró a la cabeza del bárbaro, sin lograr acertarle. Pero su tío, indignado, comenzó a echar bravatas y sacó una navaja. Afortunadamente, se detuvo lo bastante para que pudiéramos intervenir y sujetarle. Imaginé que no tenía voluntad muy decidida de sacarle las tripas al inglés, aunque bien lo repetía.
Cierto que no estaba el banquero en el pleno goce de su natural imperturbabilidad cuando estas cosas decía, como no lo había estado cuando se halló de improviso en el mismo hotel que habitaba, con la presencia de sus egregios amigos; que a este mismo «fenooómeeno» se agarró él como prueba de la existencia de la enfermedad, y que afirmó que la había cogido repentinamente una noche, muy pocas antes, en lo alto de la calle de Alcalá, hablando, desabrigado, con el ministro de Hacienda.
El bufón le agarró, y al apoderarse de él dijo con una admirable fuerza de espíritu, soltando su hueca carcajada de bufón: ¡Ah! ¡ah! ¡ah! ¡he ganado! ¡he ganado! ¡para mí! ¡para mí! Y haciendo como que devoraba al paso la perdiz, dió á correr exclamando: ¡Para la reina no! ¡para mí! Y soltó una larga y estridente carcajada que hizo temblar á todos los que la oyeron, y escapó.
El ribazo á que había saltado presentaba una pendiente escarpada y húmeda; no bien hubo puesto el pie en él, resbalándose cayó de espaldas; algunas sólidas ramas se hallaban afortunadamente á su alcance y se agarró de ellas con frenesí, mientras sus piernas se agitaban como dos furiosos remos en el agua, por otra parte poco profunda, que baña la costa.
Se marcó á lo lejos, en el redondel de sus gemelos, el extremo de un palo negro y derecho que cortaba las aguas, sonrosadas por el alba, dejando un rastro de espuma. ¡Submarino! gritó el capitán. Tòni no dijo nada, pero apartando de un zarpazo al timonel, agarró la rueda, dando al buque otra dirección. El movimiento fué oportuno.
El torero se puso unos guantes blancos y agarró el alto bastón, signo de dignidad en la cofradía: una vara forrada de terciopelo verde, con contera de plata y rematada por un óvalo del mismo metal. Eran más de las doce cuando el elegante encapuchado se encaminó a San Gil, por las calles llenas de gentío.
Eso no puede ser, tío Merlín objetó luego el alcalde; la cosa no trae tanta malicia. ¿Y á qué se agarra usté pa creer...? ¿Que á qué me agarro?... Esa es cuenta mía.
Los que habitaban en el pueblo se apearon del tren; los que vivían en Madrid se quedaron en él, uniéndose a ellos los que como Cirilo y Visita no habían participado de la excursión. Despedidas, besos, plácemes, risas, gritos y promesas. Silba la máquina. ¡Adiós, adiós! Elena se agarró fuerte y afectadamente al brazo de su marido en cuanto se bajó del tren y no volvió a soltarlo.
Palabra del Dia
Otros Mirando