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Claros ejemplos de tales diatribas, fundadas en sentencias como las que rezan: quien bien te quiere te hará llorar, y la letra con sangre entra, han dado en Italia, para libertarla del yugo extranjero y hacerla una, no pocos egregios italianos como Parini, Giusti y Leopardi, avergonzándola y maltratándola de palabra, ora en prosa, ora en verso.

Sobre ambas manos juntas fueron todos los asistentes vertiendo algunas gotas de agua lustral perfumada. Morsamor enseguida dio a Urbási algunas hojas de betel picante. Entonces se renovó la invocación, dirigiéndola Narada a los más egregios seres divinos, a la propia Trimurti con el complemento femenino de Sarasvati, esposa de Brahma; de Laksmi, esposa de Vishnú, y de Uma, esposa de Siva.

Se comprende, sin que por eso se apruebe, que Emerson, suponiendo un alma suprema, a quien representa en el mundo, en diversas y elevadas funciones, cierto número de varones egregios, haga de Platón el filósofo, de Montaigne el escéptico, de Napoleón el hombre de acción, y el escritor de Goethe.

Los chivos, según afirma el poeta, brincarán sobre los derribados pilares y sobre las estatuas yacentes de los fundadores egregios; las cabras se encaramarán sobre los altares y en los camarines y hornacinas, y las vacas mugirán y se tenderán a la larga en el coro y en otros lugares más venerandos.

Consistirá en suma, en nuestra general decadencia; en que así como ahora no hay Grandes capitanes como Gonzalo de Córdoba; ni pasmosos marinos, como el marqués de Santa Cruz; ni egregios políticos, como el Cardenal Cisneros, tampoco hay novelistas como Cervantes.

Aquellas novelas también estuvieron de moda, también entusiasmaron a un público ilustradísimo, donde figuraban filósofos, ilustres pensadores y egregios personajes del gran siglo de Luis XIV, y sin embargo, pasaron de moda. No es de maravillar, por consiguiente, que pasen también de moda las novelas del día.

No los ha hecho porque dichos personajes sean los más egregios, sino porque han sido o porque son amigos y maestros suyos. Aun así, yo debo convenir y convengo en que se da la dichosa coincidencia de que sean casi todos los unidos al Sr. Gener por lazos de amistad, autores de primera nota en Francia, descollando en aquella nación tan rica en ingenios entre los más famosos y aplaudidos.

Entonces, Máximo Gómez, por ejemplo, á quien ahora fusilaríamos ó ahorcaríamos sin escrúpulo y para cumplir con una penosa obligación, brillaría con aplauso nuestro, á la altura de los egregios libertadores; podría ponerse al nivel de Simón Bolívar y de Jorge Washington y tener estatuas y monumentos como los que ellos tienen.

Ni yo, si se ahonda y escudriña bien este negocio, qué cosas tan útiles al linaje humano se hubieron de callar los protegidos por no incurrir en el desagrado de sus egregios protectores. ¿Qué prohibiría decir, por ejemplo, el Duque de Weimar a Herder, Wieland, Lessing, Goethe y Schiller?

García Pérez debe bastante, como él mismo confiesa, á trabajos anteriores de los críticos eruditos castellanos que mencionamos ya, y también á los trabajos de algunos egregios portugueses, como Barbosa, Inocencio de Silva y Costa Silva; pero es de admirar lo mucho enteramente nuevo con que ha sabido enriquecer su obra.