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»Hoy necesito hablar de otra cosa que considero de gran urgencia, pues equivale á un escándalo intolerable que pone en peligro el orden del Estado y los fundamentos de nuestra sociedad, haciendo completamente inútiles la sabiduría de aquella gran mujer que inventó los rayos libertadores y el heroísmo de las valerosas jóvenes que combatieron en la tierra y en el aire por el triunfo de la Verdadera Revolución.

Se figuró que era una joven princesa guardada estrechamente en una torre por crueles tiranos; una Pía de Tolomei, á quien amigos devotos se esforzaban en libertar. Y no tuvo más que una idea, la de facilitar la misión de los libertadores. Ante todo, quería ver á Mauricio, hasta con una barba gris.

Fuera de estos momentos, encontraba al pueblo estúpido, maloliente y peligroso. La fiesta patriótica de los rayos negros sólo había sido notable un año, según su opinión. Fué el año en que el gobierno le encargó un poema heroico en honor de la inventora de los rayos libertadores, coronándolo después de su lectura y dándole el título de poeta nacional.

Entonces, Máximo Gómez, por ejemplo, á quien ahora fusilaríamos ó ahorcaríamos sin escrúpulo y para cumplir con una penosa obligación, brillaría con aplauso nuestro, á la altura de los egregios libertadores; podría ponerse al nivel de Simón Bolívar y de Jorge Washington y tener estatuas y monumentos como los que ellos tienen.

Esto se comprende mejor, entendido como debe entenderse: asegurando que los españoles triunfaron porque fueron allí como libertadores, y ganaron en muchas partes la voluntad y el auxilio de los indios mal contentos, los cuales lograron sacudir así la tiranía más espantosa. Es probable que en Otumba hubiese del lado de Hernán Cortés tantos indios como en el ejército contrario.

Pero si la victoria favorece al hispano y adversa te es la suerte en la actual ocasión, no importa: seguiremos llamándonos "hermano", que habrá libertadores mientras haya tirano, la vivirá mientras palpite el corazón.

De guerreros cubierta la llanura, Y la bandera azul cual siempre pura Se miró relucir; Y á la sombra del símbolo divino Pronunció juramento el argentino De ser libre ó morir. Castelli desnudó su fuerte espada, Y á los cielos la vista levantada Sereno meditó: Cruzó su frente signo misterioso, Y á los libertadores dijo ansioso Con alta inspiracion:

Los árabes fueron recibidos por los coptos como simpáticos vengadores y libertadores. No eran como los bárbaros que habían acabado con la dominación romana en Europa, sino un pueblo de cierta cultura sencilla, primitiva y patriarcal, cultura que contaba siglos de duración y que en no pocos de sus rasgos tenía bondad y aun delicado refinamiento.

En cambio los españoles jamás pudieron vencer á los cubanos, por la sencilla razón de que la famosa táctica mambisa de los libertadores, resultaba un problema demasiado complicado para los generales y soldados peninsulares, que no obstante sus esfuerzos sólo conseguían encontrar al enemigo cuando éste lo tenía por conveniente.

Saludaste gozosa á Hayran y á ben Hamud, los aclamaste como tus libertadores: ¡ay! y no pasaron tres años sin que debieses ver á Hayran muerto por la mano de Aly, á Aly ahogado en un baño por los servidores del último califa. ¡Pobre Hayran! habia sido él quien habia entronizado principalmente al valí, él quien mas habia procurado arrancarte del borde de la tumba; y obtuvo en premio la muerte.