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Actualizado: 12 de julio de 2025
Ora el misticismo amoroso y caballeresco la ensalza y la purifica como algo venido del Empíreo, como fuente inexhausta de todo noble sentir y de todo arranque generoso, y crea la Beatriz y la Laura de los egregios poetas, ora el ascetismo adusto la aborrece y la teme, como nido de víboras, como oficina de embustes y de pecados, y como el más seguro anzuelo de que se vale Satanás para perdernos.
Cierto que no estaba el banquero en el pleno goce de su natural imperturbabilidad cuando estas cosas decía, como no lo había estado cuando se halló de improviso en el mismo hotel que habitaba, con la presencia de sus egregios amigos; que a este mismo «fenooómeeno» se agarró él como prueba de la existencia de la enfermedad, y que afirmó que la había cogido repentinamente una noche, muy pocas antes, en lo alto de la calle de Alcalá, hablando, desabrigado, con el ministro de Hacienda.
Sin duda eres puro y legítimo descendiente de egregios hermanos nuestros que, en edad remota, emigraron hasta las últimas regiones de Occidente desde la verde falda del Paropamiso. Tu pensamiento y tu creencia coinciden en el fondo con lo que nosotros pensamos y creemos: son radicalmente iguales: flores de la misma planta, frutos del mismo árbol.
La Reina Doña Leonor, muy bizarra y lujosamente vestida y tocada, cabalgaba a la derecha del Rey. Les seguían y lo circundaban las principales damas de la corte y muchos egregios personajes del reino, ilustres por su nacimiento o por armas y letras. El hermano Tiburcio, convertido en escudero o doncel, era un prodigio para enterarse de todo a escape.
En la parte más pulcra suele haber azúcar, café, salvia, tila, manzanilla, y hasta té a veces, que antes sólo en la botica se hallaba. Del techo cuelgan egregios y gigantescos jamones; y, alternando con esta bucólica manifestación del reino animal, dulces andregüelas invernizas, uvas, granadas y otras frutas.
Canto un himno a tus aguas santas, madre laguna, donde en las noches blancas, noches de amor y luna, juguetean las ninfas de cabellera bruna y de abiertas pupilas, color de aceituna. Tú encierras el prestigio de los días egregios, cuando los ancestrales hacían sortilegios en nuestras selvas vírgenes, de perfumes y arpegios, leyendo unos infolios de santos florilegios.
Encarecidísimas son las alabanzas que, ya al rey D. Fernando, ya á la reina doña Isabel, dan los más egregios escritores y pensadores de su tiempo.
Deducía Poldy de cuanto va dicho, que los verdaderos nobles del día, son los europeos, y muy singularmente los alemanes, porque ejercen con los adelantos y mejoras de nuestro siglo, todas las antiguas artes de la paz y de la guerra, por donde se señalaron y dominaron el mundo asirios y babilonios, medos y persas, egipcios, fenicios y cartagineses, y griegos y romanos, cuyas glorias todas, excelencias y privilegios se hallan hoy, según Poldy, en resumen, cifra y compendio, en sus egregios compatriotas, y por consiguiente en ella también.
Vereis á un ser nacido para cosas grandes y privado de alcanzar la verdadera grandeza, un corazon capaz de un amor casto y puro, esclavizado á un amor indigno, un entendimiento susceptible del mas alto vuelo sojuzgado por el error y la impostura; y seguramente al dar el tributo de vuestras generosas lágrimas á los egregios mártires que bajo su imperio fueron inmolados, no negareis un suspiro de compasion á ese príncipe que por los inescrutables designios de Dios alcanzó dotes de ángel y al desplegar sus alas las halló sujetas con una cadena.
Palabra del Dia
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