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Actualizado: 6 de mayo de 2025


Ahí tienes le dijo doña Lupe moviendo la mano derecha, con dos dedos de ella muy tiesos, en ademán enteramente episcopal ; ahí tienes lo que pasa por no hacer lo que yo te digo... Si hubieras seguido los consejos que te di este verano, no te verías como te ves. La otra estaba tan sofocada, que su tía tuvo que traerle un vaso de agua.

Ramiro no perdía un solo ademán, un solo vocablo del narrador, y, por momentos, la pasión de la lucha le alucinaba con tal ímpetu que llegaba a creerse, él mismo, sobre la cubierta del navío o entre los caballos y alfanjes de los infieles.

Pero Flavia, que no se avergonzaba de su amor, radiantes los ojos y ruborizado el rostro, tendió su mano a Sarto. Nada dijo, pero a nadie que haya visto a una mujer en la exaltación producida por el amor, podía ocultársele lo que aquel ademán significaba.

Reía, sin detenerse en su carrera, y la luz de los relámpagos le sorprendió varias veces avanzando el brazo derecho con un dedo en alto, mientras chocaba la mano izquierda en la parte inferior del codo, realizando un ademán de protesta tan popular como poco decente.

Entretanto, Agapo no se mueve de este sitio, hasta que la señora de mantón, que a él se le ha antojado ser doña Casilda Vargas, salga de enfrente y pueda confirmarlo o no... Pues, hijo, salió y era, sin sombra de duda... Te diré a qué hora ocurrió el extraordinario suceso: a las cinco, , de cuatro y media a cinco... ¡ah! un detalle: la señora salió muy agitada, y se estuvo un segundo en la orilla de la acera pensativa, y cuando se decidió a marcharse, hizo ademán de secar los ojos o de pasar la mano por la frente, con disgusto o despecho, digo yo... ¿a que se han tirado de los pelos? claro, era de presumir.

Estaba abandonado á mismo, y se reflejaban en su semblante, en su ademán, en sus movimientos, pasiones enérgicas, tanto más violentas cuanto estaban de continuo más dominadas, más subordinadas á la conveniencia delante del mundo.

Freya lo contempló un momento, encontrándolo interesante, mientras el joven evitaba su mirada. Con un ademán de reina de escenario repelió el pañuelo blanco que le ofrecían para vendarse los ojos. No lo necesitaba. Las monjas se apartaron de ella para siempre. Al quedar sola, dos gendarmes comenzaron á atarla con la espalda apoyada en el poste.

Velázquez permaneció en la tienda inmóvil, silencioso, con la vista fija en la puerta por donde había salido. No tardó en presentarse de nuevo con el mantón sobre los hombros, y sin mirarle se dirigió resueltamente á la puerta de la calle. Pero el majo, con rápido ademán, se puso delante, cortándole el paso.

Y las dulzuras y los requiebros que te ha dicho en voz baja, pues por el gesto y el ademán y el brillo de los ojos se mostraba que te los decía, ¿son sueños míos también? No; no son sueños. ¿Cómo negarte que D. Jaime me ha requebrado? Sus palabras expresaban estimación, denotaban ingenio cortesano, estaban llenas de lisonja, pero no había en ellas un átomo de sentimiento. Ni podía haberle.

Ventura se confundió, vaciló, tembló, bajó los ojos admirablemente. Al fin dijo: ¿Cómo quieres que yo lo sepa, Gonzalo? ¡No mientas, Ventura! exclamó con ademán furioso. En el fondo sentía una alegría inmensa, infinita. Te digo la verdad... No lo sabía... Pero sospechaba algo... Por eso me asusté... Cuando entraste, estaba pensando en ir al cuarto de Cecilia, a ver si estaba en él...

Palabra del Dia

bagani

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