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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Cuando ya estaba a alguna distancia, se volvió y dijo en tono más alto: Si esa desvergonzada no estuviese haciendo porquerías con los señoritos, las vacas no saltarían del prado. Andrés se enfureció al oír esto, y recogiendo velozmente la escopeta del suelo, hizo ademán de apuntarle. En las aldeas, las armas de fuego inspiran un terror supersticioso.
Consistía no tanto en la paridad de los rasgos fisonómicos como en la analogía de las inflexiones de voz y del ademán sobrio y enérgico; consistía principalmente en un idéntico temblor de los párpados y de los labios bajo el golpe de una irritación súbita.
Se me figura que estás soñando; no dices más que desatinos... Despierta, hombre, despierta... o espera un poquito, yo te voy a despertar..., ¡pero mira de qué modo tan dulce!...» Y, en efecto, la hermosa monja se acercó todavía más y le tomó el rostro entre sus delicadas manos con ademán cariñoso. Después fue aproximando el suyo lentamente y le dio un tierno y prolongado beso en la frente.
Me levanté al acercárseme, dispuesto a cederle el sitio y sin pensar que se hubiese molestado por mí. Pero ella, con un gracioso ademán, me hizo seña de que me volviera a sentar. Confiese usted, caballero, que no es usted curioso me dijo sonriendo. ¿A qué se refiere la observación?
Mi señor, continuó el enviado sin hacer caso de las palabras de uno ni del ademán amenazador de los otros, está pronto á justar desde luego, á pesar de que su caballo de batalla acaba de recorrer largo trecho sin descanso, pues temíamos llegar tarde al torneo. Tarde habéis llegado, en efecto, repuso el príncipe, pues sólo falta adjudicar el premio á los vencedores.
Mi mujer hizo ademan de replicarme, sin duda para tranquilizar mis escrúpulos, porque tiene demasiado sentimiento moral para no comprender que la razon estaba de mi parte; quiso contestarme, repito; pero tuve la suerte de que se me ocurriera una observacion, á la cual no resiste nunca una mujer.
Mil ecos fragorosos Producen los aceros, Los potros ardorosos Relinchan altaneros, Y en masas apiñadas De sombras laureadas Se forma una legion. Descance con mi plectro Mi cítara de acero, Desfile cada espectro Con ademan severo, Al son de los clarines Que llenan los confines Con son atronador!
Tristán y Escudero se detuvieron delante de una taberna, abrieron la puerta e invitaron a los otros a entrar con ellos. Reynoso se dejaba conducir dócilmente. Tristán, que parecía haber estado ya allí algunas veces, hizo ademán de sentarse a una mesa próxima al escaparate. Tenía éste doble cierre de cristales y a su través se veía perfectamente la calle que era estrecha.
Mañana mismo te llevo a confesar con don Aquilino. Bueno, dale memorias a don Aquilino. ¡Espera, espera, grandísima picara! gritó la señora haciendo ademán de levantarse para castigar a su hija. Pero en aquel instante aparecía en la puerta la figura de don Rosendo con bata multicolor y gorro de terciopelo con borla de seda. ¿Qué pasa? preguntó sorprendido viendo la actitud airada de su esposa.
Lo adivino, lo infiero de tu ademán, lo veo con evidencia; ahora me desprecias más que antes, y tienes razón en despreciarme. No hay honra, ni virtud, ni vergüenza en mí. Al decir esto, Pepita hincó en tierra ambas rodillas y se inclinó luego hasta tocar con la frente el suelo del despacho. D. Luis siguió en la misma postura que antes tenía.
Palabra del Dia
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