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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Cualquiera diría que ha tenido usted malos sueños... o que ha estado la noche entera sin dormir. ¡Cuando le digo que la he pasado muy bien!... Y Maltrana, ante el tono de impaciencia de su amigo, no quiso insistir más. Su aspecto no es mejor que el mío dijo Ojeda sonriendo . De seguro que se acostó tarde... ¿A ver esa cara? Muy bien: no tiene usted señal de golpe.

Entró en su casa.... Pidió tila, se acostó... y al verse rodeado de su mujer y de sus hijas que le echaban sobre el cuerpo cuantas mantas había en casa, el ateo empedernido sintió una dulce ternura nerviosa, un calorcillo confortante y se dijo: «Al fin, hay una religión, la del hogar». A la mañana siguiente despertó a toda la casa a campanillazos. «Se sentía mal.

En fin, mi mujer se acostó, por obediencia, y no cerró los ojos hasta que observó que estaba muy entrado el dia. Pero luego que nos habituamos á la vida nueva, tanto el dinero como los relojes quedaban sobre la mesa ó sobre el armario, casi á la vista del que pasara por la calle. Excusado fuera decir que nadie vino á desposeernos ni á matarnos.

A la hora acostumbrada se acostó; pensó un poco en lo que Luz pensaría de su constipado, y, ¡cosa rara!, se durmió como un bendito... hasta el amanecer. El despertar fue terrible, ¡eso !... Todo lo ganado antes del sueño en una batalla de muchas horas contra las negras ideas, se pierde en un instante al despertar. Esto lo saben todos los hombres que han tenido tempestades en la cabeza.

Hoy hablaré otra vez, y espero que cederá. Ten confianza.» Y en efecto, aquella misma mañana madre e hija volvían a tener habla en el cuarto de la última. Fué larga, y no sabemos lo que en ella pasó. Doña Paula salió al cabo de una hora con los ojos enrojecidos de llorar, llevándose la mano al corazón, del cual padecía a menudo, en dirección a su cuarto, y se acostó.

Repuesto un poco, al cabo se despidió de sus amigos manifestando que iba derecho á su casa. Se acostó en la cama, pero no pudo gozar de las dulzuras del reposo. Todas sus ilusiones se huían. Aquel amor profundo, el primero y el único de su vida, se disipaba como un sueño. Lo que tenazmente se susurraba hacía tiempo y había llegado varias veces á sus oídos resultaba cierto.

Elías gesticulaba marchando: de pronto se paró, se acercó á una gaveta y sacó un cuchillo muy grande, muy grande y muy afilado, resplandeciente y fino. Le estuvo mirando á la luz, examinándolo bien, y después lo volvió á guardar. Clara, al ver esto, estuvo á punto de desmayarse. Retiróse á su cuarto y se acostó temblando, arropándose bien.

El gran Thiers, en tanto, después de pesar en su mente las ventajas del viaje, miraba a su esposa como deseando que de ella partiese la iniciativa de conciliación. Era como cuando dos están enojados y ninguno quiere ser el primero en romper el hielo y hablar de paces. Rosalía se acostó, segura de que Bringas, a la mañana siguiente, se mostraría inclinado a aceptar la invitación de su primo.

Tuyo, tuyo, dueño mío, que mi padre lo mandó, para llevarte a la boda de mi hermana la mayor. Que con el aretín, que con el aretón. Viva tu padre mil años, que trabucos tengo yo. ¿Quién ha sido el atrevido que en mi casa se acostó? Que con el aretín, que con el aretón. Es una hermanita mía, que mi padre la mandó para llevarme a la boda de mi hermana la mayor. Que con el aretín, que con el aretón.

Y mientras pasaba la lengua por la goma del sobre, moviendo la cabeza a derecha e izquierda, encogió los hombros y dijo a media voz: No tiene por qué ofenderse. Se acostó en el lecho blanco y alegre que estaba junto al de Quintanar. El viejo madrugaba más que Ana, y salía a la huerta a esperarla.

Palabra del Dia

hociquea

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