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Actualizado: 11 de junio de 2025
Ella, un poco premiosa para obedecer, objetó: ¿Pero de verdad tienes rota una cosa en el pecho y otra en la frente? No, preciosa, no te apures; son bromas que yo le digo a tu hermano. Salvador la atrajo a sus rodillas y la acarició tiernamente. Son bromas del padrino, Carmen; anda, corre a jugar. Se fué con su paso majestuoso y su aire noble de madona.
La compasión de las señoras volvió a romper en exclamaciones apasionadas. Todas querían besarlo y calentarlo contra su seno. Por fin, María Josefa logró apoderarse de él, lo sacó del canasto y envolviéndolo con el paño con que venía cubierto, lo acarició tiernamente. Un papel se había desprendido de las ropas de la criatura al sacarla y había caído al suelo. Manuel Antonio lo recogió.
Se echó atrás las aletas del abrigo y dejó sobre la cama un mazo de violetas que llevaba oculto. Su perfume pareció dulcificar aquel ambiente que olía a carne enferma y antisépticos. ¡Ay! ¡flores! dijo Feli con vocecilla infantil . ¡Flores! Y su mirada acarició a Isidro con expresión de gratitud.
Un gato gris con rayas amarillas comenzó á restregarse contra las faldas de Flora y concluyó por saltar á su regazo. La joven le acarició distraídamente pasándole suavemente la mano por el lomo. Mas he aquí que Jacinto, acometido de súbita ternura por el animalito, quiere también acariciarle, pero se equivoca, y en vez de pasar la mano por su lomo, la pasa por la de Flora.
Sacó, por último, un precioso guardapelo, y si mucho había besado cordón y liga, más le besó y más le acarició aún, diciendo con acento tristísimo, que partía los corazones y hasta las peñas: ¡Ay guardapelo de mi señora! ¡Quién la viera ahora! A poco el Príncipe y los dos familiares se retiraron a sus alcobas, y la lavanderilla no se atrevió a seguirlos.
Cecilia tomó de la librería un volumen de versos, y se puso a leer sentada cerca de los pies de la cama. Al cuarto de hora Gonzalo dormía deliciosamente, con la tranquilidad de un niño. La joven suspendió la lectura al observarlo, y le contempló atentamente, mejor dicho, le acarició con los ojos larguísimo rato.
El recuerdo de su antiguo novio había vivido siempre en el fondo de su pecho. Ni la traición, ni el desdén, ni las mil distracciones a que se arrojó en la vida frívola y bulliciosa de París, habían logrado arrancarlo de allí. Si le hubiera hallado satisfecho, en la plenitud de su fuerza y salud, no habría sentido aquel soplo dulce que la acarició un instante.
Ese lazo lo tendrán si yo adquiero el precioso sentido que me falta. La idea de ver no se determina en mi pensamiento si antes no acaricio en él la idea de quererte más. La adquisición de este sentido no significa para mí otra cosa más que el don de admirar de un modo nuevo lo que ya me causa tanta admiración como amor.... Pero se me figura que estás triste hoy.
En confirmación de estas palabras el prisionero movió tristemente la cabeza y dijo al conde: En Alora me hirió su lanza y estuve a punto de caer en 80 sus manos, pero me salvó este caballo. Mírenlo Vds., es atigrado, pero más fuerte y más valiente que un tigre. Y el viejo Aliatar acarició al hermoso bruto y exclamó tristemente: ¡Pero ahora, mi Leal, no puedes salvarme! 85
Y ya sabes, si no volvemos hasta la noche, no por eso te preocupes nada. Al mismo tiempo el muchacho enviaba a la señora Miguelina un tierno beso y le decía: Hasta la noche, mamá, yo te respondo de papá. Con la punta del látigo acarició el cuello del caballo y el animal tomó inmediatamente el trote en la dirección de Recey.
Palabra del Dia
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