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Actualizado: 11 de julio de 2025
¡Sí, recuperarlo, pero cómo, cómo, Dios mío! exclamó. La mosca impertinente volvió, agitando sus alitas impalpables, y ella no la rechazó, como antes, la acarició, al contrario... ¡Sí, se humillaría hasta hundir la frente en el polvo! se trataba de salvar a Quilito, y si no había más medio que ése, el último, a él, apelaría, con los ojos cerrados.
El capitán acarició a su sobrina con cierta libertad, adoptando el mismo gesto de viejo alegre con que hablaba a las muchachuelas de Palma, a altas horas de la noche, en algún restorán del Borne. ¡Ah, buena moza! ¡Y qué guapa estaba! Parecía imposible que fuese de una familia de feos. Don Benito los encaminó a todos al comedor.
También él deseaba perder de vista cuanto antes la granja y su chiquillería repugnante. El Señor se acarició su larga barba de plata y dijo á Eva: No llores, mujer; ya les he encontrado una ocupación, y no será ligera. Todos estos trabajarán para mantener á sus cuatro hermanos, sirviéndoles eternamente.
¡Pobrecilla! con las manos, deformadas horriblemente por los sabañones, restregábase los ojos, haciendo ese hipo lastimero del niño que va a llorar; Quilito, compadecido, la acarició los pelos cerdosos, irreductibles a la disciplina de la peineta.
Pero las campanas hacen oír todavía la querida música que acarició sus tímpanos el día de la confirmación, como una promesa de ventura... A la izquierda, la posada... ¡mil truenos!... tiene una puerta cochera nueva tallada de piedra y en la ventana se ven enormes botellas llenas de líquidos de color rojo brillante y verde de arsénico. ¡Ha prosperado el posadero de «La Corona»!
En la puerta se detuvo, miró a Petra mientras se embozaba, y la vio con los ojos fijos en el suelo, con una llave grande en la mano, esperando a que pasara él para cerrar. Parecía la estatua del sigilo. De Pas la acarició con una palmadita familiar en el hombro y dijo sonriendo: Ya hace fresco, muchacha.
¡Oh! no, no es eso lo que temo... Se aproximó a la moribunda, le cogió la mano, aquella mano a la que una avaricia suprema tenía fuertemente apretada sobre las dos monedas, y la acarició dulcemente. ¡Pobre mujer! La encuentro a usted hoy muy débil... Los niños deben de fatigarla...
Su buena suerte le enviaba á este tonto para que la entretuviese con su conversación durante una tarde larguísima, que sin esta visita hubiese resultado de monótona soledad. Al entrar en el salón, Moreno acarició los muebles con una mirada dulce y protectora, como si le perteneciesen.
Llegó pues el indio á donde estaba nuestro Hilario, haciendo juicio que el caballo era uno que se le habia perdido y lo andaba buscando: y habiéndose podido entender un poco, porque el indio hablaba en castellano, con mucho gusto lo acarició, y le dijo que se viniese con él que pronto lo pondria en Buenos Aires.
Palabra del Dia
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