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Actualizado: 21 de mayo de 2025
¡Sí, recuperarlo, pero cómo, cómo, Dios mío! exclamó. La mosca impertinente volvió, agitando sus alitas impalpables, y ella no la rechazó, como antes, la acarició, al contrario... ¡Sí, se humillaría hasta hundir la frente en el polvo! se trataba de salvar a Quilito, y si no había más medio que ése, el último, a él, apelaría, con los ojos cerrados.
En los testeros, esculpidas imágenes hablaban de idealidad, de ensimismamiento, de reposo... Y el viejo rey aseguraba que, aun cuando a nadie fuera dado acompañarle hasta allí, su hospitalidad seguía siendo en el misterioso seguro tan generosa y grande como siempre, sólo que los que él congregaba dentro de sus muros discretos eran convidados impalpables y huéspedes sutiles.
Describía los terribles jinetes de galope vertiginoso, impalpables como fantasmas, y tan terribles en su cólera, que el adversario no podía mirarlos de frente. En la portería de su casa y en varios establecimientos de la calle le escuchaban con todo el respeto que merece un señor que, por ser extranjero, puede hablar mejor que otros de las cosas extranjeras.
Brotaron de las rocas sus gotas de cristal y cáliz son las rocas en el que lentamente cayendo van las lágrimas de un llanto universal. La escarcha se desprende cual lágrimas de frío; lloran de la neblina los impalpables lutos; son lágrimas del alba las gotas de rocío y los arbustos lloran las mieles de sus frutos.
La hueste de mendigos comienza a rezar un padrenuestro que guía el Pobre de San Lázaro. Una sala con tribuna sobre la capilla, en la casona de Flavia-Longa. Están cerradas todas las ventanas, el sol mañanero ilumina los resquicios, y las rayolas del polvo tiemblan en impalpables escalas: El olor de la cera y del incienso ha quedado flotando en la estancia.
La imagen de Blanca me atraía involuntariamente: veíala andar y detenerse burlonamente en mi camino como dándome tiempo para alcanzarla, y cuando creía tenerla cerca, la visión desaparecía dejando en mi sueño el surco luminoso de su vestido rojo que parecía disolverse en el aire en deslumbrantes e impalpables copos de fuego.
Era banquero muy rico, y parecía querer darlo a entender en su persona cargándola de oro y pedrería, de paños finísimos y de holandas impalpables; y además, caballero gran cruz de Carlos III, y capaz de pesar en oro al ministro que le diera el derecho de poner sobre el escudo de armas que ya usaba en sus tarjetas, siquiera la más modesta de las coronas nobiliarias.
Desde luego, es necesario proveerse de ropas impalpables; además de una buena cantidad de vino y algunos comestibles, porque en las desiertas orillas del río no hay recursos de ningún género, y por fin, que es lo principal, de un petate y un mosquitero.
No se dan todos los días, en situaciones semejantes, coincidencias de ese calibre. Ello fue que me pasé las horas muertas desmenuzando la insinuación inesperada del médico y sometiéndola, por fragmentos impalpables, a la fuerza de un análisis escrupuloso.
Las ropas casi impalpables por lo finas, los perfumes más rebuscados, los corsés llenos de encajes no conseguían destronar de su memoria los lienzos que envolvían a Cristeta, el natural aroma de su limpio cuerpo y el modesto corsé blanco que tanto les hacía reír, entre impacientes y burlones, cuando se le hacía nudos la trencilla. ¡Misterio incomprensible!
Palabra del Dia
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