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Actualizado: 20 de junio de 2025
Os iréis solos, porque a mí se me acaba la paciencia y no espero. Pues no hay más vivo remedio, Señor Don Juan Manuel. Para vosotros, que yo me voy a pie desde aquí a Flavia-Longa. ¿Con esta noche? ¡Qué me importa la noche! Son tres leguas, cerca de cuatro. Tres horas de camino. Tres horas si fuera día claro, pero con tanta oscuridad....
El primogénito se aleja hablando solo, y atraviesa la siembra por cobrar el caballo que pace allá en el fondo arrastrando el rendaje. Monta, y al galope desaparece. El Caballero, ceñudo y sombrío, sigue su peregrinación entre la hueste mendicante que renueva, las voces de su planto cuando ve las torres de Flavia-Longa.
El Ciego de Gondar díjome que tenía pensado llegarse a Flavia-Longa. Si es cuento del Ciego de Gondar, será mentira. ANDREÍ
Sala desmantelada en una casa hidalga, a la entrada de Flavia-Longa. Llegan hasta allí, desde otra estancia, las voces de los criados, que rinden el planto a la señora, que acaba de morir. Los hijos han hecho campaña en la sala, y rifan al son que se reparten lo que afanaron al saquear la casa. Allí están Don Pedrito, Don Rosendo, Don Gonzalito, Don Mauro y Don Farruquiño.
A sotavento del Castelo. Como habéis venido, podemos ir.... Era día claro, y tampoco reinaba este viento, cuando largamos de Flavia-Longa. Aun así nos comía la mar. Vea cómo lostrega por la banda de Sudeste. ¡Hay mucha cerrazón! ¡Hay otra cosa!... ¡Miedo! El mar es muy diferente de la tierra, y de otro respeto, Señor Don Juan Manuel. ¡No sois marineros, sino mujeres!
La hueste de mendigos comienza a rezar un padrenuestro que guía el Pobre de San Lázaro. Una sala con tribuna sobre la capilla, en la casona de Flavia-Longa. Están cerradas todas las ventanas, el sol mañanero ilumina los resquicios, y las rayolas del polvo tiemblan en impalpables escalas: El olor de la cera y del incienso ha quedado flotando en la estancia.
El grito de Don Mauro es un claro clarín. ¡Para mí, tres! Una rincón en la iglesia de Flavia-Longa. Lega como mosconeo, la voz desentonada y gangosa el abad, un exclaustrado ordo, que guía las Cruces en la Capilla e Jesús Nazareno. Una mujeruca del pueblo, que lleva el manteo a modo de capuz, suspira al terminar sus rezos y besa la tierra con la lengua.
¡Era la madre de los pobres! ¡Nunca hubo puerta de más caridad! ¡Dios nuestro Señor la llamó para sí y la tiene en el Cielo al lado de la Virgen Santísima! ¡Era la madre de los pobres! La cocina, en la casona de Flavia-Longa. Don Rosendo, Don Mauro y Don Gonzalito, se desayunan con migas y buen vino, al amor de la lumbre.
Palabra del Dia
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