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Recorrió el coche la calle Mayor, atravesó el puente del Azucarero, la calle de San Nicolás, y tomó por la carretera de Logroño. Al salir del pueblo, una patrulla carlista se acercó al coche. Alguien abrió la portezuela y la volvió a cerrar en seguida. Va la madre superiora de las Recoletas a visitar a un enfermo dijo el demandadero con voz gangosa.

La voz era profunda, particularmente al terminar los períodos: al principiarlos, más gangosa que profunda. Los rostros de los feligreses expresaban aburrimiento resignado. Las mujeres, sentadas en el suelo, miraban cara a cara al cura con ojos distraídos. Los hombres de la puerta bostezaban, abriendo la boca hasta descoyuntarse las mandíbulas.

En el Senado, el ideal de Sarmiento. Desde las altas tribunas, la Cámara parece un campo de nieve. Cabezas blancas por todas partes. Preside León Say, con su insoportable voz de tiple, gangosa y nasal. Ancianos que entran apoyándose en sus bastones y cuyos nombres vuelan por la barra.

¡Pero qué divina, Ana, pero qué divina! le decía a la Regenta cara a cara, y con voz gangosa, la hija mayor del Barón, Rudesinda, que según don Saturnino Bermúdez, era una belleza ojival. En efecto, parecía una torrecilla gótica, aunque, por ciertas curvas del busto, sobre todo del cuello, a la Marquesa se le antojaba «un caballo de ajedrez».

Estaba irrascible, irritable, convulsa como una fiera herida; la silla tiritaba bajo el peso de sus muslos pletóricos y su marido volvía a agitarse acariciando tímidamente el recuerdo favorito del tratamiento del doctor Brown. No valen todas ellas el disgusto que me han dado, ¡perras viejas caches! exclamaba con una voz tosida y un poco gangosa.

El hombre oía y, de cuando en cuando, volviéndose al ejecutor de sus órdenes, decía con voz gangosa: ¡Jo! ¡Jo! Y volvía a caer la vara cobre las espaldas desnudas. Concluída la paliza, Luschía dió la orden de marcha, y los quince o veinte hombres tomaron hacia Oyarzun, por el camino que pasa por la Cuesta de la Agonía.

El cura leyó con voz gangosa que se arrastraba sobre las sílabas como un lamento el siguiente «En la ciudad de Munich vivía no ha muchos años una dama de extraordinaria hermosura que hacía una vida ejemplar; de modo que todos le daban el nombre de santa.

El grito de Don Mauro es un claro clarín. ¡Para , tres! Una rincón en la iglesia de Flavia-Longa. Lega como mosconeo, la voz desentonada y gangosa el abad, un exclaustrado ordo, que guía las Cruces en la Capilla e Jesús Nazareno. Una mujeruca del pueblo, que lleva el manteo a modo de capuz, suspira al terminar sus rezos y besa la tierra con la lengua.

Carlota la contemplaba con sonrisa benévola y le decía por lo bajo: ¡Calma, niña, calma! ¡, , calma!... ¡Que te pasase a ti lo que a me está pasando! exclamaba con coraje, esforzándose en apagar la voz. Buenas noches, Carlotita dijo en aquel momento Timoteo, tratando de dar a su voz gangosa acento picaresco. No se las he dado antes porque la veía a usted muy entretenida.

Aquí, en este cajón... Se hace una visita a las personas notables, el alcalde, el cura, el notario... ¿Los libros de libranzas? Liette escuchaba con paciencia esta charla, solamente interrumpida por alguna breve pregunta o por la voz gangosa de alguna comadre que metía el hocico por la ventanilla como si fuera a arrancársele.