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Hay quien lo da a cambio de una comida, de un paseo en automóvil o de un cigarro puro. Hay quien vota por amistad, y hay algo mucho peor aún: hay quien vota por convicciones políticas. Y así se explica el que se presenten candidatos hombres que no tienen donde caerse muertos. Yo creo que se debiera constituir una liga de electores imponiendo una tarifa mínima para los votos.

¡Por el mismo! gritó, sin esperar que le preguntasen nada, don Pancho. Por don Buenaventura agregó don Narciso Bringas. Ramón también vota por él, doctor Trevexo dijo mi tía; apunte, doctor, el voto de Ramón; y si ustedes me permiten votar a , yo... Vote usted, señora, vote usted mil veces; la más poderosa válvula política de nuestro partido es la mujer.

En esa gran votacion del linaje humano, vota cada uno en cierto sentido, por el impulso mismo de la naturaleza; y como todos experimentan el mismo impulso, todos votan de la misma manera. La-Mennais ha dicho: cada uno vota de un mismo modo porque todos votan así; no advirtiendo que de esta suerte la votacion no podria acabar ni aun comenzar.

Cada patrón echa su cartoncito en el lado de la lancha o en el de la casa, y luego se cuentan unos y otros. Si hay más votos para salir, el que quiera puede ir al mar, y el que no quiera puede quedarse; si la mayoría vota por no salir, entonces es obligatorio permanecer en tierra, y al que no cumple el acuerdo se le condena a una multa y se le decomisa el pescado que traiga.

Pero en fin, la cosa es que generalmente se vota por la comedia, y más ó menos cara la hay con gran contentamiento de miles de seres. Las cosas más insignificantes crean un día de jolgorio, de todo sacan partido, y todos los actos de la vida los comienza el indio con unas horas de placer.

¡Viva el doctor Trevexo! exclamó don Juan. ¡Viva! exclamaron los demás circunstantes, incluso mi tía Medea que transpiraba de entusiasmo. ¿Por quién vota usted, señor don Pancho, para primer candidato de la lista? Por mi venerado jefe, don Buenaventura. ¡Y yo también! dijo don Policarpo Amador, antes de que le tocara el turno para votar. ¡Y yo! exclamó don Tobías Labao con la misma anticipación.

¿Qué se vota? era la pregunta obligada de todo diputado al entrar en el salón de sesiones, después de oír la campanilla que anuncia fuera a los dispersos que ha concluido de discutirse un asunto y va a comenzar una votación nominal; y según que el sustentante fuera de los suyos o del enemigo, se le respondía: «Vote usted que », o «vote usted que NO

Vamos, Miguel dijo el brigadier. ¿No te parece mejor tu mamá que el retrato? Miguel, ruborizado y gozoso, contestó que con la cabeza. De modo que votas a mi favor, ¿verdad? le preguntó la nueva brigadiera con gracioso acento andaluz. Miguel, avergonzado, no se atrevió a contestar. ¡Ya lo creo que vota! respondió por él su padre.

Yo saldré a la calle... Yo buscaré por todo el edificio; yo volveré patas arriba Cortes y procuradores, y han de parecer, aunque se hayan metido dentro de la campanilla del presidente o en la urna donde se vota. ¡Qué aprieto, qué compromiso, qué situación! Y el pobre viejo se echó a llorar como un chiquillo. Subamos, Sr. de Araceli dijo resueltamente Presentación que tengo mucho deseo de ver eso.

Simon está en pleno triunfo; hace pocos días, con motivo de la ley de educación, ha conseguido introducir por asalto el nombre de Dios en la cola de un artículo. Por el momento, desenvuelve una lógica de hierro, y ocupando audazmente el terreno de sus contrarios, hace flamear con más vigor su propio estandarte. La derecha aplaude y vota con él.