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Le daba miedo ver tanto gitano; le inspiraban inquietud estos hombres de color de bronce y mirada aviesa, como bandidos de carretera. Temía a las mujeres viéndolas de lejos vociferar y amenazarse en un lenguaje extraño, del que sólo entendía algunas palabras.

Pero es el caso que el glorioso progenitor de éste, Pepe el de la Pepaina, como le llamaban en la población, para distinguirle de los otros muchos Pepes que había, pescador de oficio y un bruto muy pacífico, que hablaría sobre tres docenas de palabras por semana, al contemplar a su hijo en aquel estado, comenzó a vociferar en el atrio de la iglesia como un energúmeno.

Y descomponiéndose de pronto comenzó a vociferar bárbaramente, a proferir blasfemias y amenazas que hacían retemblar la casa. Concha corrió a refugiarse en su cuarto. Romadonga trató de calmarle; pero viendo que eran inútiles sus esfuerzos y que la vecindad se estaba enterando, tomó el sombrero y se fue.

le pediste permiso para citar un texto de no recuerdo qué autor antiguo. Me parece oírle vociferar, pegando un puñetazo en la mesa: "¡Esa no es la doctrina moderna!"

Vamos, Maximina, serénese V.... eso ya pasó. Pero Adolfo, desde el pasillo, empezó a vociferar: Que salga, que salga esa hipócrita... No me marcho de aquí hasta que le atice unas cuantas piñas. A las voces que daba y al ruido que acababan de hacer, subió doña Rosalía preguntando enojada: ¿Pero qué es esto? ¿qué pasa aquí?

Mirando al grupo idílico que en la escombrera formaban la anciana y el ciego, toda aquella gentuza empezó a vociferar. ¿Qué decían? No era fácil entenderlo desde arriba.

¡Qué te he de reñir, hombre, qué te he de reñir! díjole entonces don Sabas, que enfrente de aquellas ruinas miserables del amigo y camarada de toda su vida, no acertaba a contener los lagrimones que le brotaban en los ojos , ¡ni cómo te he de vociferar!... ¡Pues bueno estaría ello, jinojo!... sino que, como he venido, pude no venir, por causa de fuerza mayor. ¡Y figúrate entonces! ¡figúratelo, Celso!... Vaya añadió interrumpiendo de pronto su discurso y pasando la mirada por el cuarto y acentuándola con un movimiento de sus brazos, muy significativo : aquí sobran todos menos el enfermo y yo; porque lo que va a pasar entre nosotros, no admite más testigo que uno, que es el Señor y juez de vidas y almas.

La gloria no se consigue sino por el camino de la lealtad, sirviendo á Dios y al Rey. No hay más gloria que la que Dios da en su Paraíso, de la cual es simulacro é imperfecto remedo el culto que da en los altares el linaje humano á los escogidos de Dios. Además, la gloria en la tierra consiste en ser súbdito sumiso y obediente, no en vociferar por calles y plazuelas.

Las violentas discusiones en que se llegaba a vociferar y a injuriarse le esparcían la estancada bilis, y la función digestiva y respiratoria se le activaba, produciéndole gran bienestar. Disputaba por higiene: aquella gimnasia de la laringe y del cerebro le desinfartaba el hígado. ¿Con que usted no tiene ideas políticas?

Celso soltó una carcajada y tomando en la mano el palo de Bartolo lo examinó con curiosidad unos instantes. ¡Lindo palo, en verdad! Bien pintado; bien trabajado. Si Firmo le echa la vista encima, milagro será que no lo pruebe sobre tus espaldas. Con esto se encrespó de nuevo Bartolo y comenzó á vociferar tantas imprecaciones y bravatas, que su primo Quino se impacientó al cabo.