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TURRÓN DE CAF

Mariano se sentó en una silla alta y ella en otra baja. «Mañana será otro día dijo ella . Eso de atracarse la Noche Buena es propio de gente ordinaria. Ya te enseñaré yo a ser caballero... Vaya que está rico este turrón. Pruébalo...». No se hacia de rogar Pecado, antes engullía sin cumplimiento. En la sala de la casa había empezado ya el alboroto; mas no la cena, porque esperaban a Miquis.

No me hagas tan tonta... No de dónde ha sacado usted... Para que lo sepa de una vez: No tengo nada. Me daría si me viera en una necesidad. Me ha ofrecido... pero yo no he querido tomarlo. Iba doña Lupe a soltarle otra andanada. «Valiente turrón te ha caído, grandísima idiota.

Entre los empleados y agraciados suele haber también quejas y envidias. Fulanito se llevó un turrón más dulce y suculento que el mío, dice Menganito; y Perenganito exclama que el destino de Menganito es de mucho manejo y el suyo no lo es, de donde nace también no pequeño encono.

Mariano meditó un instante. Después dijo con resolución: «La de tener mucho dinero. ¿Y para qué quieres el dinero? Toma..., mia ésta... Pues para ser rico. Pero es preciso que seas algo. Rico... ¿Y en qué gastarías el dinero? En comer lomo, granadas, turrón y en beber buen vino. Tendré un caballo y me vestiré todo de seda. ¿No te gustaría militar y llegar a general?

Don José llevaba el cesto y D.ª Laura el dinero, y aquí era el recorrer tiendas, el mirar todo, el preguntar precios, no arriesgándose a la empresa de sus compras hasta no estar seguros de que compraban lo mejor. Ya Relimpio estaba enterado de los puntos donde era legítimo el turrón de Alicante y Jijona, donde era más barato el mazapán, más dulces las granadas y más gordas las aceitunas.

Repito, pues, que no me explico su empeño en ser nuestro diputado; pero doy por evidente que, una vez logrado su empeño, nos volverá la espalda, nos mandará a paseo, y no nos dará ni pizca de turrón. Como en esto precisamente consiste mi sueño dorado, callándome la razón para no espantar a los secuaces de V., me decido a ser uno de ellos.

Todas las clases de turrón habían sido probadas, así como las granadas y las ruedas de naranjas espolvoreadas de azúcar. Relimpio, con la última copa de cariñena, dio con su cuerpo en tierra. «¡A la Misa del Gallo, vamos a la Misa!», gritaba con torpe lengua el insigne galán rodando debajo de la mesa.

Sobre la mesa veíanse, formando círculo, varias bandejas con pasteles de espuma, blancos en su base, destilando almíbar, dorados suavemente en sus dentelladas crestas, y entre los cuales asomaba la tarjeta del que enviaba el dulce recuerdo; dos grandes tortadas ostentando en su superficie de azúcar pulido como un espejo frutas confitadas en caprichosos grupos; y en el centro de la mesa el ramillete de casa Burriel, arquitectura de turrón, y merengue que afectaba la forma de un castillo surgiendo de un montón de flores y rematado por una bailarina que, montada sobre un alambre, danzaba temblorosa sobre la obra maestra de confitería.

Bolos, bolillos, bizcochos, 1775 Turrón, castañas, muñecas, Bocados de mermelada, Letuarios y conservas; Mil figurillas de azúcar, Flores, rosarios, rosetas, 1780 Rosquillas y mazapanes, Aguardiente, y de canela; Calendarios, relaciones, Pronósticos, obras nuevas, Y á Don Alvaro de Luna, 1785 Mantenedor destas fiestas. Mas quedo; que están aquí.