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Entre los empleados y agraciados suele haber también quejas y envidias. Fulanito se llevó un turrón más dulce y suculento que el mío, dice Menganito; y Perenganito exclama que el destino de Menganito es de mucho manejo y el suyo no lo es, de donde nace también no pequeño encono.

Agréguese á esto que luego que vaca un empleo se provee en la Península, las mas veces sin atencion á escala, méritos y servicios, y cualquiera conocerá el disgusto que esto debe causar, y lo mal servidos que están los empleos, hasta que el tiempo y la esperiencia enseñó á los nuevos agraciados lo que ignoraban cuando alli fueron.

Los partícipes iban llegando a la casa atraídos por el olor de la noticia, que se extendió rápidamente; y la cocinera, las pinchas y otras personas de la servidumbre se atrevían a quebrantar la etiqueta, llegándose a la puerta del comedor y asomando sus caras regocijadas para oír cantar al señor la cifra de aquellos dineros que les caían. La señorita Jacinta fue quien primero llevó los parabienes a la cocina, y la pincha perdió el conocimiento por figurarse que con los tristes cinco reales le habían caído lo menos tres millones. Estupiñá, en cuanto supo lo que pasaba, salió como un rayo por esas calles en busca de los agraciados para darles la noticia.

Era como los niños nobles de otros siglos, que, agraciados en la cuna por el monarca con un título de coronel, aguardaban jugando al trompo la hora de ir a ponerse al frente de su regimiento. Había nacido diputado y lo sería; ahora esperaba entre bastidores. Su viaje a Italia, en la peregrinación papal, fue lo único que alteró la monotonía de su existencia.

De los caballeros más jóvenes resultaron agraciados tres brillantes paladines: Tomás Percy, Guillermo Beauchamp y Raniero Leiton. Desde luego aceptaron el reto inglés todos los caballeros gascones y la elección, difícil de suyo, favoreció á Captal de Buch, Oliverio de Clisón, Pedro de Albret, el señor de Mucident y un caballero teutón llamado Segismundo de Bohemia.

El 23, a la hora de la lista grande, Madrid parecía el país de las desilusiones, porque... ¡cosa más particular!, a nadie le tocaba. Es preciso que a uno le toque para creer que hay agraciados. Don Baldomero estaba muy sereno, y el golpe de suerte no le daba calor ni frío.

El mismo Samaniego fue quien discurrió celebrar con panderetazos y villancicos el fausto suceso, y Estupiñá propuso que fueran todos los agraciados a la cocina para hacer ruido con las cacerolas. Mas Barbarita prohibió todo lo que fuera barullo, y viendo entrar a Federico Ruiz, a Eulalia Muñoz y a uno de los Chicos, Ricardo Santa Cruz mandó destapar media docena de botellas de champagne.

Con su alma deliciosamente tierna y femenina, sus formas parecían demasiado rígidas y sus maneras demasiado decididas. En cambio, Coca, que no poseía un temperamento tan femeninamente abnegado, se había hecho una mujer elegante, flexible, de agraciados modales y hermosa fisonomía. Era la beauty del Tandil.

Tienen los ojos pequeños y horizontales. El aspecto de los varones es afeminado, y su barba, cuando la tienen, sumamente despoblada. Su fisonomía, que anuncia por lo comun la timidez y la tristeza, es vivaz sin embargo, y ofrece el tipo de la falsedad y de la astucia: empero las facciones de los hombres nada tienen de repugnante, y hasta hay algunos que pueden pasar por agraciados.

Viceversa, los agraciados estiman siempre más el sacrificio que se hace por ellos de una pequeña suma de dinero, que el de la vida misma. Y esto por mil razones muy justas. La vida se sacrifica o se expone por cualquiera cosa; el dinero no. No hay pelafustán que no tenga una vida que exponer como cualquiera otra vida; pero no todos tienen dinero que exponer o sacrificar.