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Ya sazona el adobo; ya hecha con su blanca diestra el aliño a las longanizas; ya rellena tal cual chorizo con un embudito de lata; ya pincha las morcillas para que se les salga el aire, valiéndose de una aguja de hacer calceta o de una horquilla que desprende de sus hermosos cabellos.

No, no es visión, es realidad; no imagina verla, sino que la está mirando. Su tocador, ni grande ni lujoso, respira limpieza y elegancia. Cristeta, en pie, frente al espejo, pincha en el rodete rubio la última horquilla, y con la yema de los dedos se arregla los ensortijados ricillos de la nuca. Estremecida de pudor y de frío, se quita la bata y la tira sobre un sofá.

Deogracias, Rafaela y Blas han jugado diez reales cada uno. Les tocan mil doscientos cincuenta». «El carbonero, ¿a ver el carbonerodijo Barbarita que se interesaba por los jugadores de la última escala lotérica. El carbonero echó diez reales; Juana, nuestra insigne cocinera, veinte, el carnicero quince... A ver, a ver: Pepa la pincha cinco reales, y su hermana otros cinco.

Margarita tiene un hermano, soldado, valiente y espadachín y muy celoso de su honra, aunque no era menester serlo mucho para enojarse contra el doctor Fausto, que estaba alborotando la calle y á todos los vecinos con aquella retahila de sucios improperios puestos en solfa. Nada más natural que la decisión que toma Valentín de pinchar al doctor Fausto como quien pincha á una rata.

CORDERO ASADO. Se pincha bien una pierna de cordero y se le pone sal y un diente de ajo; se unta bien con manteca de cerdo y se pone en el asador o se mete al horno en una tartera; se sirve con una guarnición de ensalada.

Los partícipes iban llegando a la casa atraídos por el olor de la noticia, que se extendió rápidamente; y la cocinera, las pinchas y otras personas de la servidumbre se atrevían a quebrantar la etiqueta, llegándose a la puerta del comedor y asomando sus caras regocijadas para oír cantar al señor la cifra de aquellos dineros que les caían. La señorita Jacinta fue quien primero llevó los parabienes a la cocina, y la pincha perdió el conocimiento por figurarse que con los tristes cinco reales le habían caído lo menos tres millones. Estupiñá, en cuanto supo lo que pasaba, salió como un rayo por esas calles en busca de los agraciados para darles la noticia.

Yo tengo enemigos: gente que me la tié jurá. A veses hay charranes que yevan el soplo con la esperansa de unas pesetas, o descastaos que se les manda una cosa y no la hasen; y pa que toos respeten a uno, hay que tené la mano dura. Si uno les pincha de verdá, quea la familia pa vengarse.

Tercer encuentro: más calma; tejemaneje insignificante y anodino; sin embargo, la espada del vizconde roza la muñeca de Gómez. Se desnuda al español; no tiene nada; se le vuelve a vestir; se desinfectan las espadas. Cuarto encuentro: al esbozar una tímida agresión, el vizconde se pincha en la muñeca con la espada tendida de su compañero. ¡No se ha escapado esto a la mirada vigilante de Julio!

Cuando el animal pincha, muerde ó destroza, hácelo con todo su ser, que aun al extremo de su arma conserva completa energía vital. Simplificación maravillosa. Esa cabeza une los ojos, los palpos, las pinzas y las mandíbulas.

Le llamo para decirle que ni yo consiento que ningún criado trate mal a otro, ni usted está facultado para echar a nadie dentro de mi casa. Señora ... yo no la he tratadu mal.... Es ella, la que nus trata mal a todus ... pincha aquí, pincha allá, sin dejarnus en paz tartamudeó el cocinero con marcado acento gallego.