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El barullo aumentó, y cada uno juraba y blasfemaba en su lengua. ¡Vaya un barullo! un barullo capaz de despertar a un canónigo. Pero todos aquellos desgraciados estaban demasiado gravemente heridos para poder levantarse; y, además, carecían de botes...

Lord Gray, que había puesto atención a lo que doña Flora nos contaba, repuso con malicia: Señora mía, deme usted licencia para retirarme, porque tengo una ocupación, un quehacer imprescindible no lejos de aquí. , vaya usted, vaya usted. Ahora deben estar en la discusión de los señoríos jurisdiccionales. Mucho ruido, mucho barullo en las tribunas.

El Arcipreste era respetado más por su edad que por su ciencia teológica; y se sosegó un tanto el formidable barullo cuando se incorporó difícilmente, con ambas manos puestas tras los oídos, vertiendo sangre por la cara, a fin de dirimir, si cabía lograrlo, la contienda.

La operación se dificultó en extremo, porque todos se abalanzaban a ella con furia, cada uno quería recibir su parte antes que los demás, y alguien intentó apandar dos raciones. Diríase que se duplicaban las manos en el momento de mayor barullo, o que salían otras de debajo de la tierra.

Tiene, tiene, tiene... tiene que Madrí no se nos monte encima, y que haya honradez, paz, libertá, trabajo.... Pero... vamos, una pregunta, por preguntar, mujer. ¿No decían cuando vino el barullo de la revolución el año pasado, que nos iban a dar todo eso? Conforme aquellos no lo dieron también podrá cuadrar que no lo den estotros.

Cuando vea, Dios mío, voy a encontrar la casa hecha una lástima. No me digas que no. Me parece que estoy viendo el desorden de todo y mil gastos inútiles. No me explico ese consumo enorme de petróleo, ahora que no necesito luz. Y a Prudencia, ¿se le toma bien la cuenta? Apostaría que no. Con aquello de que el amo no ve, todo es barullo.

Brotó de entre los espectadores un clamoreo al ver ejecutar esta operación con tino y rapidez y oír retemblar las hojas de la puerta cuando la lápida cayó contra el quicio. Hacen barricadas exclamó una cigarrera que recordaba los tiempos de la Milicia Nacional. Borricadas, borricadas exclamaba una maestra , nos van a dar por cara todo este barullo.

¡Alto! gritó la mujer; no lo metamos á barullo: dir echándolo poco á poco, que aquí hay anguno que va á quedar bien con el dinero de los demás. Mientes exclamaron algunas voces. Yo digo más verdá que todos vusotros juntos; y como lo que pasó en el intierro de la mujer del tío Miterio.... Lo que allí pasó me lo yo mu retebién, y lo callo porque no te salgan los colores á la cara.

Al fin los del funeral no repartieron cosa mayor; y si los del bodorrio se corrieron algo más, acudió tanta pobretería de otros cuadrantes, y se armó tal barullo y confusión, que unos cogieron por cinco, y otros se quedaron in albis.

Te aseguro, Marianela, que no qué hacer; si traerlos a todos a casa o dejarlos que se las compongan como puedan, ayudándolos, eso , ¿cómo no va una a ayudar a sus hijos? con algunos pesos, no muchos, porque, la verdad, tampoco nosotros andamos muy boyantes; pues Eleuterio se metió los otros años, cuando el barullo de los terrenos, en algunas especulaciones, y al venirse todo barranca abajo, como él es así, ha pagado a todo el mundo y nos hemos quedado medio en la calle.