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Actualizado: 2 de mayo de 2025


Hubo obscuridad y barullo, pero en esta confusión sonó imperiosa la voz de Gallardo. ¡Carma, señores! Aquí no ha pasao na. Continúa la partida. Que traigan velas. Y la partida continuó, admirándole los compañeros de juego por su enérgica oratoria más aún que por los toros que mataba. Los amigos del apoderado preguntábanle sobre las pérdidas de Gallardo.

La actividad era cosa terrible; era mucho más agradable pensar, imaginar.... Pero un padre tenía que ser diligente, práctico, positivo... y él lo sería; por Antonio, por su Antonio.... Pero por lo pronto, la bilis, la vergüenza de su ignorancia de las cosas que sabían todos en casa, menos él, todo aquel barullo de pasiones bajas, vulgares, pedestres, le quitaban el gusto a su dicha presente, a la felicidad de ser padre.

Púsose tan contenta, que tarareó la canción de «Mambrú se fue a la guerra», palmoteo y tocó las castañuelas, bailó en un pie, hizo reverencias al espejo y besó en la frente al viejo rey, que venía incomodado a indagar la causa de tanto barullo. ¡Al mismo príncipe de Marruecos hubiera besado en la nariz si en ese momento entrara en su habitación a ver a su primogénito!

De repente se oye un crujido... ¿Qué es eso? ¿Qué pasa?... El timón se ha ido dice un marinero calado de agua, el cual cruza corriendo el entrepuente. ¡Buen viaje! grita ese loco de sargento; pero esto ya no hace excitar la risa. Gran barullo sobre el puente. La bruma impide verse. Los marineros van de un lado para el otro horrorizados, a tientas... ¡Ya no hay timón!

Pero el diablo, como ángel rebelde, se sirve de la moda para simular que tiene el poder de trasformar los cuerpos, la obra de Dios. Sabido es que la cualidad especial del diablo es la sofistificación, el enredo, la mentira, la paradoja, el barullo y la confusión.

93 ¡Qué vocerío! ¡qué barullo! ¡qué apurar esa carrera! la indiada todita entera dando alaridos cargó, ¡jue pucha!... Y ya nos sacó como yeguada matrera. 94 ¡Qué fletes traiban los bárbaros! ¡como una luz de ligeros! hicieron el entrevero y en aquella mezcolanza, este quiero, éste no quiero, nos escogían con la lanza.

Para guarecerse un poco de la cegadora luz que el polvo del camino les enviaba de reflejo despiadadamente, situábanse los pobres diablos junto al jardín, en la breve sombra del seto. ¡Y valiente barullo el que armaban, y asfixiante calor el que sufrían!

Currita se puso muy encarnada... y no se atrevió a rehusar. Apretando los puños de rabia y de despecho, entró la dama en su berlina y dio orden al cochero de ir a casa del general Belluga... Aquella taimada risita del jockey, aquel barullo inverosímil que le impedía ver si su amo acompañaba a unas damas, dábanle malísima espina y preciso era que ella apurase la verdad por misma.

De esta faena se encargó Nucha, bajo la dirección de Julián. Con tal motivo, refugiados en la capilla solitaria, no llegaba hasta ellos el barullo del club electoral. Entre el capellán y la señorita desnudaban a San Pedro, peinaban los rizos de la Purísima, ribeteaban el sayal de San Antón, fregoteaban la aureola del Niño Jesús.

Al Papa le deshizo, y la tiara quedó pateada bajo la mesa, con los pedazos de periódico, los salivazos y el palillo deshilachado de D. Basilio, quien al fin, en el barullo de la derrota, arrojó lejos de aquel marcador de sus argumentos. También andaba por el suelo la corona real, triturada por las suelas de las botas, y el cetro de toda autoridad corría la misma suerte.

Palabra del Dia

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