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El nobilísimo río español llevaba aquella tarde bastante agua, y sus orillas, cubiertas de acacias y de otros árboles, no carecían de encanto ni de belleza..... De entre lo más espeso de aquella pintoresca fronda salía mansamente el arroyo Zurguén, que baja de las históricas alturas de Arapiles y penetra en el Tormes, después de haber regado el precioso valle cantado por Iglesias y por Meléndez Valdés.

En Salamanca los hay también. Casi todos los labradores de la Puerta de Zamora visten de charro, con más ó menos ostentación, y en el Ayuntamiento de la aristocrática ciudad del Tormes hay siempre un concejal de tal clase, con su traje y todo. Los ya dichos clásicos del campo de Ciudad-Rodrigo se hablan de vos muy formalmente.

Por lo que toca á su valentía, ya Plutarco la calificó de heroica, al citar el denuedo con que libertaron á sus padres, hermanos y maridos, presos en poder de Aníbal, y yo debo añadir que hechos posteriores, y aun de este siglo, demuestran que las matronas del Tormes no han degenerado de su antigua pujanza. Y basta ya de verduleras.

Pues sepa V.M. ante todas cosas que a llaman Lázaro de Tormes, hijo de Tomé González y de Antona Pérez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca. Mi nacimiento fue dentro del río Tormes, por la cual causa tomé el sobrenombre, y fue desta manera.

El Valle de Zurguén y las Praderas de Otea, lindantes también con Salamanca por el otro lado del río, son la Arcadia de la poesía pastoril española..... Venid, venid, zagalejos, Que al Zurguén sale Amarilis......, decía Iglesias. Y casi en los mismos años denominaba Meléndez á su amada: La gloria del Tormes, La flor del Zurguén.

«Antes que la noche viniese dice el Lazarillo de Tormes di conmigo en TorrijosCuando yo llego, las blancas fachadas de las casas se sumen en la penumbra; brillan sobre el arroyo débiles franjas de luces que arrojan los portales, y por las callejuelas tortuosas, en todo el pueblo, con clamorosa greguería de gruñidos graves, agudos, suplicadores, iracundos, corren los cerdos...

Desde Santo Domingo bajamos hacia el río Tormes, pasando por un barrio en ruinas, en el cual hubo, hasta los tiempos de Enrique IV, un antiquísimo Alcázar Regio, que los monárquicos salmantinos de entonces juzgaron oportuno destruir, con anuencia del mismo Rey, para que no lo ocupasen los rebelados nobles. En aquella parte de la ciudad estuvo también la Judería.

El, por su parte, creía poseer las mejores piernas del reino; y, a no ser que le cegaran de improviso haciéndole entrar la cabeza en el vientre de alguna guitarra, como le había acontecido cierta vez, riberas del Tormes, estaba seguro de su persona. La mañana era fresca y radiosa.

Callose un instante, y el niño, viéndola llevarse a los ojos el estrujado pañizuelo, soltó al punto la espada, y corriendo hacia ella, ¿Por esto lloráis? la preguntó. No, hijo mío repuso la madre, dominada por la congoja. Conduéleme una nueva triste por demás. Ya no volveremos a ver a la Madre Teresa de Ahumada... Entró en el gozo del Señor, como una santa, antiyer, en Alba de Tormes.

Pues sepa vuestra merced ante todas cosas que a llaman Lázaro de Tormes hijo de Thomé González y de Antona Pérez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca. Mi nascimiento fué dentro del río Tormes, por la cual causa tomé el sobrenombre, y fué desta manera.