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Las sombras corrían perseguidas por las faldas de los montes á guarecerse en el fondo oscuro de las cañadas. El ambiente adquiría una trasparencia radiosa. El paisaje se iba tiñendo lentamente de un verde claro sobre el cual se destacaban las masas oscuras de los castaños. De la montaña venía un aire vivo; el fresco aliento de los bosques que pasaba por las sienes de la niña refrescándolas.

Veo sin cesar y veré siempre aquel pequeño cementerio, aquella mar lejana, aquel inmenso horizonte, y sobre la radiosa cumbre, aquel ángel de belleza bañado en lágrimas divinas.

El, por su parte, creía poseer las mejores piernas del reino; y, a no ser que le cegaran de improviso haciéndole entrar la cabeza en el vientre de alguna guitarra, como le había acontecido cierta vez, riberas del Tormes, estaba seguro de su persona. La mañana era fresca y radiosa.

Pero ellas pasan no sin haber tenido quizá su ideal como las otras, en forma negativa y con amor inconsciente y de nuevo se ilumina en el espíritu de la humanidad la esperanza en el Esposo anhelado; cuya imagen, dulce y radiosa como en los versos de marfil de los místicos, basta para mantener la animación y el contento de la vida, aun cuando nunca haya de encarnarse en la realidad.

No sueltes, por Dios, tales ideas delante de esos señores de la Pola que capitanea tu sobrino Antero, porque no concluirán de reirse de ti. ¿Qué valen nuestros tupidos castañares, ni tus rebaños lucidos, ni este aire puro de la montaña, ni esta luz radiosa que el cielo nos envía delante de esas altas chimeneas que tiñen de negro sin cesar la tierra y el firmamento?... Los tertulios sonrieron.

Del "Spoliarium" a mujer llorosa, Y de "Las Vírgenes" a voz que gime En cristiana actitud de radiosa, Cuando pinta con vívida hermosura La expresión de simbólica pintura En un brindis genial "A los pintores" Que a la patria llenaron de esplendores.

Felices divagaciones habían ocupado su mente; pensando en los juveniles años de su amada, en las ingenuas esperanzas que la habían sonreído, en la alborada radiosa de aquella vida benéfica, había llorado lágrimas gratas. Pero en otra parte lo esperaba el llanto tempestuoso.

Y al fin la dijo mi íntimo secreto, tras la prisión de un antifaz discreto, la pena delatora de mis ojos. Como va al sol la inquieta mariposa para besarle en su febril intento, constante iba mi inquieto pensamiento tras la esquiva figura de mi hermosa. El tierno hechizo de su faz radiosa me sonreía en mi amargo aislamiento, añoranza celeste que al momento remozaba mi vida tumultuosa.