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Luz y flor las veréis en el nuevo jardín cuya fronda es de paz, cuyo ambiente es cordial; unas veces dirá su quimera un violín y otras veces de amor, Chaminade y Chopín, en el clave dirán la sonata inmortal.

Delante del Monasterio se les reunieron otros jóvenes de ambos sexos que quisieron compartir con ellos los goces del paseo. Dejaron el pueblo y entraron en los famosos y reales jardines, riendo, zumbando, chillando como un bando de pájaros grandes que puso en suspensión y miedo a los otros chicos que cantaban entre la fronda de los árboles.

Mis padres, dos hermanos y Angustias habían desaparecido de la vida, y don Pepe Dávalos, depuesto de su cargo municipal, vagaba enfermo y viejo por los claustros, añorando las partidas de ajedrez con «su Merced el Señor don AlonsoNoté que el respetuoso cariño de muchos sirvientes había amenguado, gracias a ciertos vientos de fronda que del Norte soplaban, y sentí desde un principio marcada repulsión por el nuevo administrador de la Hacienda, nombrado por el albacea de mi padre.

La primavera, pródiga siempre en aquel valle, amontonaba la hoja en los árboles y la fronda de los helechos en el suelo, de tal modo que ni un rayo de luz penetraba en los parajes que recorría. Pero Nolo era hombre de las montañas y si no conocía los senderos los adivinaba.

Tu fronda balancea temerosa, y las hojas ven lucir cuando el día febea, la líquida presea que ha de absorber la tierra al efundir. El pétalo minúsculo ufana ostenta tu plateada flor, y al brote de su súrculo más vivo en el crepúsculo en declinando el sol dominador.

Exhala ténue esencia, que es plegaria que envuelve, al descender hasta la Omnipotencia, lamento y asistencia, primera lágrima, efusión postrer. ¡Eucalipto arrogante que erguido impávido junto al panteón despliegas fascinante tu fronda murmurante y embalsama tu nívea floración;

En el fondo cierra el horizonte una fronda verde y bravía; cuatro, seis álamos esbeltos se han separado del boscaje y se adelantan a mirarse en un ancho y claro arroyo; sus hojas tiemblan de placer; el cielo es de un violeta pálido, tenue. Y el agua a través del cristal en que sabiamente está puesto el cuadro parece que corre, irisa, palpita bajo la luz suave.

Los primeros diálogos que con él sostuvo, aquella incertidumbre deliciosa de aguardar a que hablase, estando segura de lo que había de decir, la sincera vehemencia con que pintaba su cariño, y el tono suplicante con que la pedía constancia, persistían en ocupar su pensamiento y llenar su alma, como aves que se resistieran a volar lejos de la fronda en que nacieron.

El nobilísimo río español llevaba aquella tarde bastante agua, y sus orillas, cubiertas de acacias y de otros árboles, no carecían de encanto ni de belleza..... De entre lo más espeso de aquella pintoresca fronda salía mansamente el arroyo Zurguén, que baja de las históricas alturas de Arapiles y penetra en el Tormes, después de haber regado el precioso valle cantado por Iglesias y por Meléndez Valdés.

Porque todo en la hora canicular concuerde, Ni un hálito de brisa cruza la extensa y verde Paz del campo, ni un ave en el azúl se pierde. Un mango aislado eleva su centenaria fronda Junto a un punsó enano de giba aguda y monda, Que las hormigas alzan para que en él se esconda El nunu vigilante que por las mieses ronda.