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Ea, pues, quedad con Dios, señor Francisco dijo la dueña . No me hallo bien fuera de palacio; es ya tarde y está la noche tan obscura... ¿Os han dicho que llevéis contestación? No, señor. Pues id con Dios, doña Verónica, id con Dios. Voy á mandar que os acompañen. No, no por cierto: vengo de tapadillo; adiós. Dios os guarde. La dueña se envolvió completamente en su manto, y salió.

Lo verán desde la cazuela, y sin sacarle punta a la función, pensó don Restituto. El Padre Alesón proseguía: Esa paternidad putativa y seudomaternidad de Belarmino ocurrió un año antes de casarse con la Juana. La Juana, por el momento, no soltó prenda; pero ya casada, y así que sacó el genio, declaró que no se dejaba engañar por Belarmino, y que Angustias era una hija de tapadillo.

Además el mayor crimen que podía haber en la Regenta, y no creía ella que a tanto llegase, era seguir la corriente. «En Madrid y en el extranjero, esto es el pan nuestro de cada día; pero en Vetusta fingen que se escandalizan de ciertas libertades de la moda, las mismas que se las toman de tapadillo, entre sustos y miedos, sin gracia, del modo cursi como aquí se hace todo. ¡Pero qué se puede esperar de unas mujeres que no se bañan, ni usan las esponjas más que para lavar a los bebés!». Obdulia, cuando hablaba con algún forastero, desahogaba su desprecio describiendo la hipocresía anticuada y la suciedad de las mujeres de Vetusta.

Todo esto, no obstante, se explica con facilidad por el entendimiento humano. Si Satanás ha intervenido en ello, ha sido de tapadillo y sin dar la cara dejando que los inventores se jacten de haberlo logrado sin sobrenatural auxilio. En cambio, las invenciones primitivas son las que no se pueden explicar humanamente y las que tenemos que admirar. ¿Quién inventó el habla? ¿Quién la escritura?

La hija de Valcárcel se robaba a misma por mano de Eufemia que, de tapadillo, traía de tiendas y plazas los mejores bocados y las chucherías más caras de la moda en materia de ropa interior, perfumes y manjares.

Me vestí muy pensativa... ¿Qué significaban esas precauciones inusitadas?... ¿Qué las idas y venidas de la abuela, que ha salido estos días varias veces de tapadillo?... Verdaderamente todo esto me parecía poco claro y empezaba a temer seriamente un atentado premeditado contra mi libertad, cuando tomé confianza al ver que la abuela se dirigía, y me dirigía por consiguiente, hacia el Colegio Libre.

El magistrado, que era, además, muy embustero, y hablaba de riquezas que él tenía allá, en la tierra, se embarcó en lo de la fábrica de Productos Químicos, aunque de tapadillo, y vino a interesarse en unos diez mil reales, que él multiplicaba añadiendo una porción de ceros a la derecha cuando hablaba a sus colegas y amigos de su parte en el negocio.

Juan quería a Pedro, como los espíritus fuertes quieren a los débiles, y como, a modo de nota de color o de grano de locura, quiere, cual forma suavísima del pecado, la gente que no es ligera a la que lo es. Los hombres austeros tienen en la compañía momentánea de esos pisaverdes alocados el mismo género de placer que las damas de familia que asisten de tapadillo a un baile de máscaras.

Una de dos, o el joven mantenía relacione con sus tíos, de tapadillo, o aquella firma era falsificada; si lo primero, ella conocía a don Bernardino y no creía que su generosidad llegara a tanto, aunque estuvieran en los mejores términos con el joven, luego... No veía bien, no respiraba bien; un sabor muy amargo la envenenaba la boca.

Marta y las de Ferraz también asistieron alguna vez al espectáculo, de tapadillo, corriendo y jugueteando por aquellos pasillos y corredores estrechos y sucios, entre telones y trampas; pero en general preferían lucirse en el palco de la Empresa, de Emma, que estaba al lado de la presidencia.