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Por aquí todo está tranquilo; ni asaltos, ni robos, ni temores de «bola». Me quieren mucho «ciertos bichos» que sabes, y no hay temor de que me den un mal rato. Tan seguro estoy de ello, que casi, casi me resuelvo a que te vengas al pueblo. Pienso en ello mucho; seguiré pensándolo, y ¡Dios dirá!

Es asunto mío me dijo, tapándome la boca con una mano, fría como piedra sepulcral , y resuelvo sobre él lo que me da la gana. Además, estoy entrando en vena de hablar, y necesito hablar yo solo y sin que nadie me corte la palabra... ¡trastajo!, hasta para sacar los atrasos de estos días de murrias negras.

No te las recrimino, porque los caballeros ilustres no pueden portarse como los gañanes, pero me hacen mucho daño. Hay momentos en que resuelvo tomar mi ropa, huir de tu lado y buscar en el mundo algún rincón oscuro donde ocultar mi vergüenza. El conde la apretó amorosamente contra su pecho y la cubrió de besos. Quedó después largo rato inmóvil con los ojos en el fuego, grave y pensativo.

Discurra por ; pues yo me he vuelto como tonta. Si de aquí a mañana no resuelvo la cuestión, estoy perdida... Crea usted que es para suicidarse». Por curiosidad preguntó Rosalía a su amiga lo que necesitaba, y oyéndole decir que unos nueve o más bien diez mil reales, puso una cara de mal humor que aumentó la tribulación de la ya tan atribulada Milagros.

¿Está bien o no está bien que nos valgamos hoy en España de un método parecido? Hallo tan comprometido el contestar a la pregunta, que no atino con la contestación útil y justa y no me resuelvo a darla. Paréceme, no obstante, que entre nosotros hay en el día circunstancias que deben movernos a ser más indulgentes que ásperos; a consolar y alentar en vez de censurar.

En esto finalmente me resuelvo, que excluyamos á D. Fadrique por D. Fernando; tengamos presente al príncipe por quien aventuramos la vida, y sea testigo, pues ha de ser juez, de los servicios que le hiciéramos y cuide de nosotros como de mismo, pues nuestra conservacion y vida corren parejas con la suya.

No me alarmo, don Benito, por tan poca cosa le repuse riéndome a carcajadas. ¡Soy yo quien resuelvo no volver al escritorio de don Eleazar! No me cuadran ni el hombre ni el empleo. Hace usted bien, amigo: eso lo honra. No, don Benito; ni me honra ni me deshonra; no hago una quijotada, ni tendría derecho para hacerla.

Esta duda me asalta y me atormenta a veces; pero casi siempre la resuelvo en mi favor, y creo que no soy orgulloso con mi padre; creo que yo aceptaría todo cuanto tiene si lo necesitara; y me complazco en ser tan agradecido con él por lo poco como por lo mucho.

Los dos nos condenamos irremisiblemente.» Y resuelvo marcharme de Lancia y hasta compongo todo un plan de vida; viajo con la imaginación por toda Europa; me olvido de ; vuelvo al cabo de algunos años, y en vez del amor antiguo se renueva en mi corazón una amistad tierna y honesta, en la cual podemos descansar tranquilos sin temor al castigo del Cielo... Pero así que amanece, estas resoluciones se disipan, sucumbo a la tentación, voy a tu casa, y en cuanto te veo, en cuanto oigo tu voz adorada...

Pero muy cara, créelo. Me ha derretido un costado y la mitad del otro. Ahora me doy al ahorro, haciendo la vida del hombre bueno. Vivo, hasta nuevo traslado, en Viena, como un tudesco ejemplar; ya ves, hasta me resuelvo a tornar a la patria querida con una licencia de dos meses... y el propósito de que me asciendan a primer secretario... Et voi-l